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Permiso



Permiso, vecino, vecina, señor, señora, en definitiva, ciudadano. Hay algo que quisiera decirle si es que usted me permite ofenderlo durante algunos minutos (Demás está decir que usted ya está muy acostumbrado a ello tanto como yo).
Para vivir en una ciudad hay que estar dispuesto a muchas cosas. Dependiendo de la densidad se definen las cosas y caen por su propio peso. Por ejemplo, hay que estar dispuesto al "ring-raje" a las conversaciones a la hora de la siesta, a no tener siesta y si estamos todos de acuerdo: a estar en desacuerdo.
Lo que a usted le vendieron por ciudad no parece provenir del laboratorio experimental de la construcción colectiva. Su modelo de ciudad es una extensión de su departamento. A saber, aire-acondicionado y portero repetido en escalas ascendentes (ciudad) y descendentes (automóvil) como la escalera mecánica.
Es como si esa idea llamada progreso terminara en un sillón que incluya Tv, frigobar, aire-acondicionado, sonda para líquidos y sólidos (de entrada y de salida), celular, mail, PC, etc. Sin contar la función por excelencia del sillón que han dado en llamar "Sillón-Progreso": Plug-in directo con el shopping que previamente acomodó una pista para el aterrizaje de sillones a una distancia del Tienda Inglesa que no sobrepase dos cerámicos de baño. En adición a esto, el sillón deberá tener incluido las posiciones del Kamasutra para poder así seguir garantizando más y más Sillones-Progreso. Por último el sillón tendrá techo y será casa, dos panes de pasto saltarán de los posabrazos acompañados de un archivo: miau.mp3, para que usted los mime como a un gatito. Y lo peor de esta ganga, el sillón constará de un sistema de cinturones de seguridad más parecidos a los del Vilardebó que al de su Nissan. Y seguro serán de uso obligatorio como a Papi le gustan.
Me olvidaba de un detalle del Sillón-Progreso solo para versión full-equip y tiene que ver con la seguridad: sus cinco misiles nucleares para combatir el arrebato de billeteras efectuado por menores supercontentos con la pasta base, tendrán recarga disponible en todos los kioscos ubicados frente a escuelas que se encuentren debidamente autorizados por un auditor mal pago. Por si no entendió, el sujeto de detalle intrínseco a la frase anterior se refería a la recarga en los kioscos, el resto es simple predicado de anécdota.
Así está la cosa mi callado interlocutor, nuestros modelos de ciudad parecen apuntar a un lugar controlado, un espacio para criar sus hijos sin la contaminación del descontrol humano natural, hasta podríamos decir característico y genealógico. Y quisiera hacer esta frase lo más larga posible, para poder explicarle que dicho descontrol característico de la especie humana es pedagógico, o sea, de utilidad para criar a sus hijos; esos mismos que salen a la calle sin haber aprendido como dejar que le metan la pesada para pasarlo liviano.
A ceder se aprende, es la convivencia, es la ciudad, es su esposa, digamos.
Pero los nenes salen tarde a la calle. Saltan rampantes del garage empinado, a sirena y bocina en las mañanas húmedas donde los neumáticos chillan y los transeúntes piden permiso.
Como usted, chillan por el tráfico. Esa otra cuota de descontrol que descontrola a los nenes es sujeto de ser filmado como sublime fenómeno de la ciudad pujante y objeto de desdén mañanero.
Así es amigo mío que los accidentes no existen, son siniestros, un cáncer que ya se esperaba en un tipo que fuma cinco atados diarios y trabaja en la planta atómica catando uranio en copas de papel sulfito, el cual es reciclado de las copas anteriores. La moraleja es que esos nenes que planean la vialidad de la ciudad, saltaron rampantes del garage empinado, a sirena y bocina en las mañanas humedas donde los neumáticos chillan y los transeúntes piden permiso.
Esos otros nenes, los Urbanistas de la no tan vieja escuela, ya por definición son lo más anticolectivos que puede existir. Perdón, en realidad son supercolectivos: meten a todos en un colectivo y los mandan vivir a la periferia por razones de "cambio de uso en el suelo": If it´s better for the city is better for you.
But ¿Who is this woman called City?
Uy los otros, los solidarios. Como me cuesta criticarlos bajo esa luz de hermandad que me incandila tanto como la pirámide, el ojo y el compás. Apagémosla solo por un instante.
La operación es repetida: desempolvamos la campera, metemos un " a redoblar...." bajamos la cabeza y le damos para adelante bien o mal. Siempre con alguna pequeña insignia colgada, cosa que reconozcan que somos solidarios, pero no tan grande, pues pueden pensar que venimos de parte de Papi, Oscar o algún otro buen vecino que usualmente demanda algún esfuerzo ciudadano como el de usar la credencial cada cinco años.
Probablemente lo que ahora voy a enunciar sea un disparate de lo más grosero y pornográfico que hasta pienso no releerlo. Una vez, o dos, tal vez, pasé un fin de semana construyendo un techo para una familia en el asentamiento 25 de mayo. Ahora siento, que, tal vez lo hice para poder escribir este ensayito (restando el intrínseco orgasmo solidario de ayudar). Pues a dicha familia no le cambié el modelo de hábitat, mi operación fue contraria, lo consolidé.
Si pudieran, estarían felices de ver a sus nenes como saltan rampantes del garage empinado, a sirena y bocina en las mañanas humedas donde los neumáticos chillan y los transeúntes piden permiso.


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