Sunday, October 08, 2006

Va sin mucho estilo

Me estreso, me stress so mucho, cuando
el ordenador se desordena. Mejor dicho cuando me mienten tan abiertamente que puedo percatarme de ello prescindiendo de reflexión alguna.
¿No que 2+2 son 4? ¿En qué te equivocas PC?




Yo también me equivoco pero me dijeron que lo tuyo era como un relojito en tiempo y espacio.
¿Podrá alguna fuerza externa como la gravitatoria modificar en algo tu ciclo de cálculos, tus asociaciones prestidigitadas, esas cosas que solo tu memoria y algunos desmemoriados saben?
Yo solo interfiero en tus grandes reflexiones mediante un teclado y un mouse, pocas veces entro por el USB. Mientras lo tuyo es cuelgue tras cuelgue.Te tomas unos tiempos que ni Pitágoras consumía.
Supuestamente en tu interior reina el orden y extramuros el desorden humano.
¿Pero cuál es tu interior? Tomo el philips con la derecha mientras te acuesto sobre una mesa debidamente despejada para poder extraer tus frías chapas grises. Sé que me miras, y me inspiras, pero no puedo percibir tu focos visuales, por lo cual, desisto de romanticismo alguno aunque no abandono la personificación del objeto.
Ya sin tus chapas, te muestras desnuda, armazón de lata con lunares galvanizados.
El polvo reina, paradójicamente, tanto en tus mejillas como en tu interior, entre todas tus joyas reticulares causalmente urbanas sobre la traza del silicio.
Pero no completo la idea de tu interior, ni siquiera descuartizándote hasta el neutrón.
Tu alma debería habitar esa ciudad de insectos electrónicos japoneses y tailandeses.
La ciudad prohibida, la que el electricista te exhorta a no tocar bajo ningún concepto y por arriba tampoco. La gran SOYO inc.
¿Habitará allí tu alma?
Me dicen que con los ceros y los unos hacés maravillas en los semáforos de hogar. Sin embargo son tan solo tareas prestidigitadas, que en ocasiones, te sobrepasan.
Si pudiera llegar a tu alma averiguaría el porqué del desorden. Aunque temo que puedo hacerlo sin mucha reflexión mediante y sin llegar a tu alma también.
Estás tan atestada de descordinación empresarial que ni el sicólogo Bill te puede tratar.
Hubo alguna vez, un profeta, Norton nuestro señor Indesinstalable. Cuando Norton nuestro señor, supo bajar la escalera del Download todo era revelación.
Sus apóstoles: Carencio Windoctor, Solidario Disk Doctor y el estoico Judas NAV.
Con ellos se empezaba a decodificar una inefable solución final al problema de la descordinación empresarial.
Otros hermanos pertenecientes a la congregación del Bonus Pack, profesaron profusamente el profundo dogma Médico Empresarial de las cosas virtuales (así lo llamaban). La solución era mágica, pero incansablemente el sicólogo Bill luchaba por la incopatibilidad o muerte.
Otra manera de concebir la mísma manzana de la misma manera fue la aparición de Nuestro Señor Apple de los campos Mackintosh. Sin embargo el sicólogo Bill dominaba a los fieles y se permitía agregar caos al sistema para luego ser aclamado por las masas leudando.
Luego de un largo trecho llega Federico Linuxzche, pega el verticalazo pero nada se cae. Muchachos con sobretodo, lentes, remera, calzoncillos, medias, curitas y cinturón negro se juntan a adorar al nuevo profeta en unos templos de plasma y luz, también, negra.
Pero, el sicólogo, si el mismo, Bill God the gate i´ve opened, tuvo éxito tras años de presentaciones y diapos en espacios símil ADM.
Vuelvo a colocarte las chapas, y lo hago con lástima. Presento las chavetas alineadas y deslizo la hoja hasta pasado el imperceptible click que siempre esperé. Giro el philips tratando de no hacerte daño y te vuelvo a colocar vertical, estoica pero triste.
Como en todo, el caos pasa de creador a creado en forma de pecado.



LEIGNORANT

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Saturday, October 07, 2006

Pensaba el equino, y personalmente pienso


Eurípides, un petiso ya entrado en años, retirado del polo, observa sus cascos sobre el espejo del asfalto, ya que sus laterales están coartados por unos hermosos anteojos que su actual amable amo, el excelentísimo Alfredo Omega, le ha generosamente regalado sin celebrar ocasión especial alguna para ello.
Reflejos de rojo, amarillo y verde se sucedían aparentemente sincronizados, con un esperable sablazo que ya forma parte de un arcorreflejo bastante bien asimilado por Eurípides, el dolor del reflejo, el revenque de Alfredo Omega.
Su matrícula tenía un número místico, que, según ellos, estaba relacionado con sus colegas: los CUCTSA. Eurípides encontraba asimismo, una esotérica relación entre sus anteojos y los retrovisores de sus camaradas; en los cuales reconocía su figura, la roja, amarilla, verde y el dolor.
Pensaba el equino, y personalmente pienso, con razón, que todos los que sobre el asfaltazo circulaban, tenían algo en común. Las reflexiones de Eurípides no pasaban de eso pero sin embargo nunca cometía el error de equivocarse al momento de juzgar.
Su padre siempre le decía: niño, o se corre o se carga. Frase que el equino siempre repetía a sus colegas con complicidad mientras ellos le echaban el humo en la cara.
Entrado en sus años ya, Eurípides se había convertido en adicto al humo de sus colegas, quienes nunca pasaban una. Sin embargo el petiso sospechaba que el catarro era producto de dichas instantáneas reuniones en la esquina. Claro, pensaba el equino, la esquina y personalmente pienso, con razón, que era difícil equivocarse en dicho juicio.
Una ocasión lo iluminó y pudo reflexionar con más desarrollo en cuanto a la concatenación de conceptos y analogías bajo aquella constelación de sodio y mercurio que noche a noche pintaba sus crines. Bajando la cuchilla de Rivera por el camino de las tropas de Luis Alberto de Herrera, fue que vio aquello sobre lo que sus cascos se posaban con violencia. Su sorpresa no fue causada por la sustancia del sustrato sino que le llamó la atención aquel monólogo de juntas de dilatación, esa raviolera de tratamientos bituminosos, carpetas asfálticas y hormigón. Aquella extensión de nada lo dejó perplejo.
Mirándola a ella, la nada, tuvo el coraje de entresacarse los anteojos, girar su sudoroso cuello e increpar silenciosamente a Alfredo, mientras éste último cargaba cositas provenientes del restorán de una gaviotita con la cual Eurípides simpatizaba.
El petiso gritaba mientras clavaba todas sus cavidades faciales en Alfredo:
_ Ustedes colegas, ¿no se las arreglan con un rolo horizontal para estacionar?. Podrá ser posible que tamaña grosería de suelo caliente o totalmente congelado, sea solo porque Rosarito quiere seguir caminando exclusivamente dentro de casa.

Así era, así es, Rosarito, la esposa de Alfredo, llevaba consigo (sobre Eurípides) un hermoso caminador que había encontrado acomodado sobre cierto flamante y ordenado depositario de residuos agradables, precisamente en el valle de Nuestra Virgen Santa y Solidaria María Auxiliadora de los Pocitos y las Carretas 4x4.
Eurípides, en esos arranques de Filósofo que le estaban ocurriendo últimamente, demostró cientificamente (es decir, este..., eso: cientificamente, no se si..) que sus colegas no eran tales. Además descubrió, como corolario, que científicamente no se puede hacer filosofía y finalmente se dio cuenta de que el corolario era algo así como un axioma. Cosa que archivó y nunca más se le pasó por la cabeza volver a tocar dicho tema, pues era un pitagórico equino propenso tanto al olvido como a olvidar algunas cosas.
En unos de esos memorables olvidos, pensó:
_Eurípides: me olvidé de lo que había demostrado pero igualmente, pasan por entre mis anteojos algunos aspectos que creo evidentes si se me permite dicho verticalazo.
Ustedes jinetes, son siempre iguales: chiche nuevo que aparece lo ponemos en práctica ecuestre lo que cueste para nosotros los ecuestres y para ustedes los ecuestradores que mantienen cautiva y juegan con la $.
No importa si el medio cambia, todo cambia o presuntamente tendría que cambiar para satisfacer no se que línea graduada; y si no cambia empieza a picarles la piel.
Aparece una cosita y ustedes ya hormigonean todo a bomba y dale que es tarde. No es así la cosa ni tampoco así la cosita es!
La cosa cambia por la cosita pero a su vez ustedes cambian por la cosa y todo se transforma. Mas allá de que ustedes inventan las cositas y hasta creen que actúan en la cosa conscientemente. ¿Conscientemente?
Muchaaa chos, un rolo horizontal y las ciudades ocuparían solo el 40,37% de la extensión actual, podrían dormir siesta y hasta picadito seguro se puede armar. Eso si, tal vez - y lo digo con mucha reticencia – el picadito no sea transmitido por Tv, así como tampoco bastará con caminar en casa. Habrá que volver a caminar outdoors, ¿tanto cuesta Rosarito? ¿Tanto tiene que doler la vía del confort?
Uy, verde, revencazo.



LEIGNORANT

Friday, October 06, 2006

Bienvenido a Windows



Bienvenido a Windows, el lúdico asistente lo guiará a través del proceso de instalación. Importante: sepa apagar todos los programas que están funcionando o Windows lo hará por usted.
Los requisitos básicos del programa, para su correcto funcionamiento, son tres.
El primero refiere a lo que nosotros llamamos "Política de competencia abierta" y versa sobre la no-compatibilidad de nuestros productos con los de la competencia. Esto es todo un capítulo en realidad. No creamos que con entender el título del requisito se conquista el concepto. Si usted quiere ahondar en el tema puede comprar "El Evangelio según Billy Puertas" que se encuentra disponible en cualquier lugar y se adquiere simplemente por la módica suma del derecho de autor. Si usted no encuentra tan módica la suma antedicha puede intentar presionar F1 y leer el índice para luego no comprenderlo y entender realmente "de que va" este nuevo concepto.
El segundo requisito es lo que comúnmente denominamos "click and go". Es importante que usted no lea lo que está instalando pues puede ocasionarle una confusión temporal. En realidad usted debe clickear en next hasta que aparezca una carita feliz. Dicha figura resume todo y basta para su comprensión cabal de nuestro producto, cuyo cometido es salvador y solidario.
El tercer y último requisito para la instalación de Windows es lo que Billy dio a llamar: "Dipendis". El multifacético y sobretodo dialéctico Billy Puertas nos muestra una dualidad en el concepto expresado anteriormente. "Dipendis" no solo es la dependencia que creamos en usted, sino que también significa la falta de independencia. A su vez el concepto de "Dipendis" abarca nuestra política de "Update". Lo que genera aún más "Dipendis". Y ante la falta de reflexión y la no lectura del "Gran capítulo del F1". Hordas de gentes recomiendan e imponen la ya nombrada política del "Update". Con lo que se logra que los individuos "not updated" se vean forzados a ingresar en la política de "Update" para no ser desplazados del mercado (cosa que nosotros hacemos con frecuencia para no evitar el monopolio).
Dado que usted concurrió a nuestra división "Latin-America" podemos suponer que usted es un tercermundista. Visto lo anterior, a continuación detallaremos parte de la "Guia para usuarios tercermundistas" que es parte de una conferencia que Billy no dio.
El canto tercero dice así: "Tercermundista sois, compradlo en la feria y pagad la multa de la "Dipendis". Inmediatamente después Billy argumenta: "...pero oh sable dañino, oh calavera abanderada, con el no trabajéis, pues caerá el diluvio y nada que se arrastre por la tierra podrá trascender dicho día." De este pasaje memorable de su conferencia se extrajo, lo que los críticos del 01 luego denominaron el concepto del "Miradlo like an outsider". Uno de los grandes exponentes de la generación del 01 fue Lord F.M.I. Entre sus ensayos se rescata el concepto antedicho cuando en todas las páginas, a pié, figura: "Sé que quereis ser como nosotros, venid amigos mios, os enseñaré a miradlo like an outsider." Esta frase está acompañada por una foto de Angelina Jolie que la hace más veraz aún. Como comentario anexo podemos añadir que casi la totalidad de las páginas contienen dicha foto, que se va agrandando hasta que el texto desaparece por arte de magia científica. Algunos atribuyen este efecto a la majestuosa retórica de Lord F.M.I. para la escritura, que como todo lo sólido se desvanece en el aire. A continuación reproduciremos textualmente el pasaje que argumenta lo anterior y se encuentra en el ensayo "La forma de la bala". Dice así: "Qué es la letra sino algo sólido, deformable, efímero. Apostemos a la imagen formadora de opinión. Tiradle una buena Pamela a los soldados para que confundan sangre con mestruación."
Bien amigo, ya que usted no comprendió el uso que puede hecer de este software, estamos listos para correr el programa. Por favor reinicie su P.C.
Bienvenido!!!. Usted ya es una ventana opaca. El procedimiento anterior de reniciar su P.C. es algo común que tendrá que hacer con regularidad. Para ello mantenga apretadas (con moderación) las teclas Ctrl+Alt+Supr. Mientras mantiene los dedos en esa posición (es recomendable un calentamiento previo de los dátiles) haga un jueguito o "yeitiño" sobre la tecla Supr para lograr demostrar cierta ofuscación. Importante: Windows no se hace responsable por puñetazos a la albañilería u otro objeto como puede ser un humano de oficio.
Ahora que usted tiene una P.C. bajo Windows es imperioso que usted no intente comprender los estado Psicológicos de su P.C. Como en un estado cannábico avanzado, su P.C. tenderá a colgarse con asiduidad. No se preocupe!. Es normal, a todos nos pasa. Aproveche dicho momento para calentar el agua para el dulce de leche, según sabemos nosotros (por el .uy de su tarjeta), usted es tomador de asado.
Windows le posibilita acceder a Windows Update que ya se encuentra en el menú de inicio (nos tomamos ese atrevimiento). Allí podrá descargar lo último, así como nosotros descargaremos datos suyos para una mejor consumología (lo beneficiará a usted). Dicho procedimiento nos permite saber que su mejor jugador de fútbol es José Artigas y que éste defendió los colores de un equipo llamado "Provincias Unidas del Sur". En ese sentido le mandaremos información a su mail sobre los últimos goles de José Artigas. También sabemos que el primer mundial de Football se jugó en el Domo Centenario donde se fabrican unos jamones y chorizos de maravilla. Ya lo ve, lo conocemos a usted y a sus necesidades, confíe en nosotros. Somos la ventana a través de la cual se ve el mundo, somos Windows. Es más, ahora usted está escribiendo y leyendo por medio de nuestro famoso Microsoft Word. Si se le complica, reinicie su P.C.
Como no dijo Billy Puertas en su conferencia a la cual hemos hecho referencia: "Que significa la confesión católica más allá del re-boot......". Luego añade: "Resetear la máquina es el fin de la humanidad, mantener solo los programas básicos de la felicidad para olvidarse de todo, y luego con confianza alzar la vista en dirección hacia el monitor y decir bien fuerte: Hello computer, que tienes hoy para mi, ¿cómo está el clima que no siento?, ¿y la bolsa que no comprendo?, ¿las noticias que mañana caducan me las muestras?, igualmente, sé que cuando tenga un problema, reiniciaré mi PC."


LEIGNORANT

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Thursday, October 05, 2006

Permiso



Permiso, vecino, vecina, señor, señora, en definitiva, ciudadano. Hay algo que quisiera decirle si es que usted me permite ofenderlo durante algunos minutos (Demás está decir que usted ya está muy acostumbrado a ello tanto como yo).
Para vivir en una ciudad hay que estar dispuesto a muchas cosas. Dependiendo de la densidad se definen las cosas y caen por su propio peso. Por ejemplo, hay que estar dispuesto al "ring-raje" a las conversaciones a la hora de la siesta, a no tener siesta y si estamos todos de acuerdo: a estar en desacuerdo.
Lo que a usted le vendieron por ciudad no parece provenir del laboratorio experimental de la construcción colectiva. Su modelo de ciudad es una extensión de su departamento. A saber, aire-acondicionado y portero repetido en escalas ascendentes (ciudad) y descendentes (automóvil) como la escalera mecánica.
Es como si esa idea llamada progreso terminara en un sillón que incluya Tv, frigobar, aire-acondicionado, sonda para líquidos y sólidos (de entrada y de salida), celular, mail, PC, etc. Sin contar la función por excelencia del sillón que han dado en llamar "Sillón-Progreso": Plug-in directo con el shopping que previamente acomodó una pista para el aterrizaje de sillones a una distancia del Tienda Inglesa que no sobrepase dos cerámicos de baño. En adición a esto, el sillón deberá tener incluido las posiciones del Kamasutra para poder así seguir garantizando más y más Sillones-Progreso. Por último el sillón tendrá techo y será casa, dos panes de pasto saltarán de los posabrazos acompañados de un archivo: miau.mp3, para que usted los mime como a un gatito. Y lo peor de esta ganga, el sillón constará de un sistema de cinturones de seguridad más parecidos a los del Vilardebó que al de su Nissan. Y seguro serán de uso obligatorio como a Papi le gustan.
Me olvidaba de un detalle del Sillón-Progreso solo para versión full-equip y tiene que ver con la seguridad: sus cinco misiles nucleares para combatir el arrebato de billeteras efectuado por menores supercontentos con la pasta base, tendrán recarga disponible en todos los kioscos ubicados frente a escuelas que se encuentren debidamente autorizados por un auditor mal pago. Por si no entendió, el sujeto de detalle intrínseco a la frase anterior se refería a la recarga en los kioscos, el resto es simple predicado de anécdota.
Así está la cosa mi callado interlocutor, nuestros modelos de ciudad parecen apuntar a un lugar controlado, un espacio para criar sus hijos sin la contaminación del descontrol humano natural, hasta podríamos decir característico y genealógico. Y quisiera hacer esta frase lo más larga posible, para poder explicarle que dicho descontrol característico de la especie humana es pedagógico, o sea, de utilidad para criar a sus hijos; esos mismos que salen a la calle sin haber aprendido como dejar que le metan la pesada para pasarlo liviano.
A ceder se aprende, es la convivencia, es la ciudad, es su esposa, digamos.
Pero los nenes salen tarde a la calle. Saltan rampantes del garage empinado, a sirena y bocina en las mañanas húmedas donde los neumáticos chillan y los transeúntes piden permiso.
Como usted, chillan por el tráfico. Esa otra cuota de descontrol que descontrola a los nenes es sujeto de ser filmado como sublime fenómeno de la ciudad pujante y objeto de desdén mañanero.
Así es amigo mío que los accidentes no existen, son siniestros, un cáncer que ya se esperaba en un tipo que fuma cinco atados diarios y trabaja en la planta atómica catando uranio en copas de papel sulfito, el cual es reciclado de las copas anteriores. La moraleja es que esos nenes que planean la vialidad de la ciudad, saltaron rampantes del garage empinado, a sirena y bocina en las mañanas humedas donde los neumáticos chillan y los transeúntes piden permiso.
Esos otros nenes, los Urbanistas de la no tan vieja escuela, ya por definición son lo más anticolectivos que puede existir. Perdón, en realidad son supercolectivos: meten a todos en un colectivo y los mandan vivir a la periferia por razones de "cambio de uso en el suelo": If it´s better for the city is better for you.
But ¿Who is this woman called City?
Uy los otros, los solidarios. Como me cuesta criticarlos bajo esa luz de hermandad que me incandila tanto como la pirámide, el ojo y el compás. Apagémosla solo por un instante.
La operación es repetida: desempolvamos la campera, metemos un " a redoblar...." bajamos la cabeza y le damos para adelante bien o mal. Siempre con alguna pequeña insignia colgada, cosa que reconozcan que somos solidarios, pero no tan grande, pues pueden pensar que venimos de parte de Papi, Oscar o algún otro buen vecino que usualmente demanda algún esfuerzo ciudadano como el de usar la credencial cada cinco años.
Probablemente lo que ahora voy a enunciar sea un disparate de lo más grosero y pornográfico que hasta pienso no releerlo. Una vez, o dos, tal vez, pasé un fin de semana construyendo un techo para una familia en el asentamiento 25 de mayo. Ahora siento, que, tal vez lo hice para poder escribir este ensayito (restando el intrínseco orgasmo solidario de ayudar). Pues a dicha familia no le cambié el modelo de hábitat, mi operación fue contraria, lo consolidé.
Si pudieran, estarían felices de ver a sus nenes como saltan rampantes del garage empinado, a sirena y bocina en las mañanas humedas donde los neumáticos chillan y los transeúntes piden permiso.


LEIGNORANT

Wednesday, October 04, 2006

...una luz que promete dejarnos a oscuras...



Acto Primero: Quienes somos

....le pido al que creó el espíritu crítico, santo, de la época, espíritus en general, que me disculpe si me salgo de su libreto, tal vez se le ocurra algo parecido esto: "he decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos y he aquí que yo les destruiré con la tierra."

Noé, un adolescente de los suburbios newyorkinos (one of those) recibe una carta en la cual, mediante un membrete cruciforme, se intentaba imponer respeto. Por lo menos esa fue la sensación que tuvimos Noé y Yo. Su contenido era algo escueto pero por lo menos daba una idea de lo que quería decir. El mensaje era: "Noé: You are the one, come to my ship and bring the american way of life with you, some animals of your neighbourhood, beer and pizza with bacon. Love you, God."
Noé me miró a las patas y siendo yo una cabra me llevó cargando la cerveza, la pizza, el american way of life y algunas revistas de palabras cruzadas para el viaje.
Cruzamos todos los puentes, Manhattan y algunas palabras entre nosotros. A lo lejos lo divisamos, era un navío parecido a un crucero Carnival pero tenía un cartel con la siguiente inscripción: "expresso Second Chance". El cielo era color cielo atardeciendo, agua de estuario golpeaba el casco y éste último se echaba el cloro correspondiente a su último viaje. La ciudad a nuestras espaldas solo se hacía oir y oler.
En eso (mientras estaba describiendo el ambiente) aparece un marinero con pinta de ingeniero y remera a rayas verticales. El hombre se coloca estratégicamente a contraluz. Es decir, nos mira, luego observa la posición del sol, inmediatamente se da cuenta de que estamos en sombra y nos empuja cordialmente hacia la zona luminosa del muelle. Acto seguido pronuncia lo siguiente con voz autoritaria: " Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. Más estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el expresso tú, tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos."
Noé encantado ante la locuacidad del marinero apela a levantar la mano.
_Marinero: Si tú el de la colita, qué quieres preguntar.
_Noé: Yo no tengo colita señor.
_Marinero: Ya lo sé Noé, le estaba hablando a la cabra.
Cuando la proyección del marinero se hizo egipcia, noté que era a mí a quien le estaba hablando y le dije: "¿Cómo sabe que yo tengo preguntas si no levanté la mano?."
_Marinero: Pues, querido caprino, Noé no tiene preguntas, solo tú las tienes. ¿Crees que con esas inquietudes puedes navegar las aguas de la fé?
Luego de analizar la metáfora de las aguas de la fé, se me ocurrieron preguntas al respecto pero inmediatamente las censuré al percibir una posible recepción agresiva en el interlocutor. Por lo cual opté por responder sin preguntar. Le dije: " Si las aguas de la fé son navegables solo con los vientos de la cordura (para usar conceptos tan amplios como la fé) yo me declaro en disconformidad con las definiciones, pues he navegado.
El Marinero, tras no haber entendido lo que dije, chistó hacia abajo soltando un suspiro y dijo: "Anda, sube cabra, eso sí, ten cuidado al caminar por la cubierta, te puedes caer, pues los vientos de la cordura soplan fuerte en alta mar."
Tomé de la mano a Noé, me di media vuelta, y cuando estaba por tomarme el inter para dirigirme a Brooklin el marinero me sujetó del hombro diciendo: "Cabra retobá, no me contamines el ambiente que acá ta todo joya."
Luego de una patada en el cachete izquierdo de nuestros glúteos, ambos nos dimos cuenta de que estábamos zarpando. El expresso Second Chance había soltado amarras hacia una derrotero llamado "The way to heaven.".


Acto Segundo: Nuestra empresa.

Noé se deleitaba jugando con el aire acondicionado mientras yo me preguntaba dónde estaba el marinero que nos introdujo en esta quimera. Salí a la cubierta con las pantuflas nuevas que Noé me había regalado en navidad y lo escruté en el puente de mando. Sabía que allí lo podía encontrar.
Al galope recorrí casi toda la eslora del navío para ver su cara. Cuando el Marinero pareció percatarse de que una cabra de pelo largo galopaba en cubierta, miró la posición del sol, viró el buque y cuando se alineó a contraluz se dirigió a ella por medio de los altoparlantes.
_Marinero: Ya lo se, yo lo sé, (aquí se detiene de una forma esotérica y el sonido del mar predomina) pequeño caprino mío. Tu vienes con todas esas preguntas de la gaya ciencia.
_Yo: ¿Cómo cree usted saber tanto de mi? (a lo Srta.Sarli)
_Marinero: Aparte de la remera de Nietzche que tenés puesta yo tengo mi servicio de inteligencia.
_Yo: No es de Nietzche, es un souvenir de Miró que me compré en Francia cuando era cabra de la Champagne.
_Marinero: Si cabra mía, ya lo se, yo lo sé, (se produce el mismo silencio explicado anteriormente) tienes que sacarte esa remera de Nietzche que tanto te aprieta. Ni respirar puedes ante tamaña pequeñez. También, y cambiando de tema, en lugar de ponerme el nombre de Marinero, deberías denominarme Capitán.
_Yo: ¿Y que tal si vos me llamás Juan?
_Capitán: No cabra mía, tu no te llamas Juan y yo si soy Capitán, pues he visto que era bueno (aquí la hinchada estalla de éxtasis, se escuchan a través de los altoparlantes).
_Yo: Ta, ta, poné los axiomas donde te guste más pero a mi llamame Juan y esta no es una remera de Nietzche, ¿Me copia Capitán?.
_Capitán: Si lo copio fuerte y claro, pero vos para la editorial te llamás cabra.
Luego de dudar sobre mi identidad, fijé los ojos en su silueta y me percaté de que el hombre tenía cabeza de marinero y brazos de capitán.
_Cabra: ¿De qué editorial me habla usted?
_Capitán: Es un proyectito que tenemos con algunos escribas, no te preocupes, si sale mal, llueve como por cuarenta años y construimos el Third Chance que ya lo tengo medio planificado. Pues errar es humano y divino, o también puede ser que no exista tal distinción. Y si no existe la inventamos ¿no?, total después es axioma. O sea que existe ¿ta?, hagamos como que existe.
Tras no entender nada de lo que este hombre irradiaba y al encontrarme preso en el Second Chance, adopté el papel de cabra y opté por no hablar, no me sentía muy contemporáneo en este ambiente bizarro.
En las noches, el capitán deambulaba por la cubierta con un vaso de Whisky sin hielo y creo que sin whisky también. Normalmente hablaba solo y recurría a mí para que le sacara los hielos del Whisky. Me hablaba casi hasta el alba y yo, extrañamente no preguntaba más, estaba en paz.
El capitán me contaba de su proyecto, y me decía que seríamos famosos. Todo lo terminaba con una frase: "Y he visto que era bueno". Entonces decía: "Yo crearé a seres rectos esta vez, y veré que será bueno, pues he visto que era bueno, ¿ta?.
Yo asentía con mi ausencia.
En ese momento empecé a comprender algo: fuera lo que fuera este proyecto, era bueno. Y vió el Capitan que yo estaba en paz y dijo que era bueno. Pues el Capitán no escatimaba en redundancias. Y sus traductores las multiplicaban.
A todo este lirismo de cabotaje, Noé se encontraba cuidando a los animales ejemplares que, según el capitán, repoblarían la tierra. Yo me ocupaba de cuidar que Noé no jugara demasiado con los animales pues ya habían muerto unas tortugas de galápagos. El capitán restó impotancia a tal suceso aduciendo que esas "tortuguitas" no se comen y que solo estaban para la pinta pues era un gesto político llevarlas.

Acto Tercero : Nuestra trayectoria.

Aparece la cabra, el Capitán y Noé sobre la cubierta, tomando sol en una noche de verano (Es decir, tomando la reflexión de la luz solar que percibimos como luz de luna).
Noé: Esto sí que es vida, ¿eh?.
Capitán: Mirá Noe, la vida..........
Lo que ocurre a continuación parece un sermón de padre a hijo. Donde Noé inclina a cuarenta y cinco grados, su cabeza, hacia delante. En un gesto claro de receptor pasivo. Luego el Capitán busca la luz (que el iluminador sabrá colocar, y si es blanca mejor) inclina a cuarenta y cinco grados, su cabeza, hacia atrás. Entrecierra los ojos, suspira, y empieza su discurso.
Capitán: .......es una cosa impresionante. Para empezar, no es la muerte. Luego, existe la buena y su correspondiente contraria, archienemiga, pedófila, malvada y embustera, mala vida.
Noé (dice el capitán bajando la cabeza y todo se hace blanco), la vida es un eufemismo (suena Zaratusrta en el fondo pero quejándose).
Noé: ¿un qué?
Capitán: Un eufemismo. Es decir, a ver como te lo explico. Nosotros le llamamos vida para que ustedes no piensen que es muerte. Pues luego de la vida, esta la plenitud.
Noé: Ah. Este....yó no sé capitán. A mi, ¿viste como es no?, la plenitud no la conozco.
Capitán: Claro Noesillo (pidole pronunciese con sonido a elie). Por dicho asunto estoy yo aquí, tened fé. Para contártelo mientras armamos una "Second Chance" para ustedes. Para que todos los mortales sepan que para ser plenamente inmortales deben ser buenos mortales (esto es porque al Capitán le gustaba redundar). Pues si son malos mortales, les espera un infierno literario tipo Dantesco que estamos calcando en la factoría. Pero si ellos buenos son. Son, my son.
Cuarto Acto: Como realizar negocios con una taza libor estable.


Luego de dividir la cancha claramente en dos. Me refiero a la canchita de futbol-sala que tenía el Second Chance. El Capitán le dice a la Cabra que él será el juez y que debe jugar un Richard Wagner con Noé para ver quién paga el asado.
Cabra: No Capitán, yo tengo cuatro patas pero ninguna hábil para esto. ¿Que tal si jugamos a que volvemos?.
Capitán: Y destruir mi proyecto!!! (En este instante todo es oscuro menos la salida de emergencia por cuestiones de orden). Yo diseñé mi proyecto y es mio. Ningún mortalsito me va a cerruchar las piernas. Pues soy etéreo. Ja Ja Ja Ja Ja Ja.................( es un Ja en Do y tipo Skeletor).
El Capitán vuela por el pasto marcando las líneas con cal (las de la cancha) y retorna la luz.
Capitán: Jugad, Jugad mortales que ya está la cancha, líneas, luz, y el Juez.
En eso el Capitán abre sus ojos como si fuera una boca. Es más, creo que se mordió el ojo. Y dice: "Falta el público, the audience, oh que bochorno!"
El Capitán manda a doce animales al convertidor tx-4004.05 v45, el cual era una joyita del Second Chance, y salen convertidos en público.
Empieza el Match.
Termina el cotejo, se lesionó la cabra. Pita el juez y se le calienta la garganta.
Capitán: Qué cosita contigo mi caprino, siempre saliéndote del guión.
Rápidamente, detrás del telón sale un caballo tipo Mustang en remplazo de la Cabra.
El público emite sonido animal, por lo que, el Capitán los manda al convertidor otra vez, para corregir dicha falla. A su vez llama al comité de calidad para agendar una reunión para después de Cristo. Noé monta el Mustang por la cubierta mientras el Capitán vuelve. Aunque se percata de que nunca se había ido.
Capitán: Bueno Noé, bájate del caballo y pónganse a jugar el Richard Wagner.
Noé y el mustang se preparan para el pitazo. Llega Fidel, les da un habano y se va en una balsa.
El Capitán mueve los ojos hacia arriba y a la derecha, mientras duda en pitar el cilindro de tabaco. Se decide y no pita. Había una cuenta pendiente con la Cabra que yacía lesionada en la popa. Se aproxima a ella, manda virar el buque y se pone a contraluz.
El Capitán: Mirá Juan. Te voy a tener que tirar por la borda pues ya sangraste demasiado. Escribiste un ensayito o algo así que me calentó. Ya se que te dejé leer demasiado y que la remera mía te queda grande. Pero ponete las pilas. No puede ser loco. Es decir, no puede ser que me hayas salido loco. Ya es demasiada la tinta que has gastado en plantear tus preguntitas y extensa mi producción de gomas (de tinta). ¿No te das cuenta que no interesa?
La vida es un eufemismo Juan. No te calientes, que ya te vas a calentar allá abajo. Mirá que Dante lo diseño como un relojito. Haceme el favor, no seas hereje.
Cabra: Una última pregunta Dios, ¿qué es la naturaleza?
Dios: ¿Te refieres a esa Pachanosequé pagana que a ustedes los deja extasiados o a mi hermoso diseño, m?
Sobre la Pachanosequé, ni idea.
Sobre la mía, la creé así porque me reservé a Boticcelli para el Edén, cosa que se viera el cambio de turista a primera clase. La naturaleza que ustedes pueden oler, tocar, desgustar, oir, etc, es una copia que le hice a Miguel. Llamarle Miguel Angel siempre genera atribuciones que no lo son. Me llamó la atención lo bién que pintó mi mano. Entonces se me ocurrió buscarlo en el futuro para robárselo al papa unos dias. El papa nunca escucha lo que le digo, y mirá que está escrito, ¿eh?. Lo debés haber leído ¿no?. Es una cosa (pronúnciese con triple s). Por eso se lo robé.
Estuvimos diseñando pocas cosssas en realidad. Porque luego vino un tal pato Darwin y nos resolvió el problema de la diversidad.
Qué decirte de la naturaleza mi pequeña cabra. Es como la vida mi afable caprino, un eufemismo. Como tú inteligente cabra de rebaño lo eres también, pues he visto que era bueno.

Extra: Talen que los verdaderos jardines son los del Edén! (se escucha un grito desde el público).



LEIGNORANT

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Tuesday, October 03, 2006

Fenomenología de la percepción: prólogo Merleau-Ponty

Fenomenología de la percepción: prólogoMerleau-Ponty

¿Qué es la fenomenología? Parecerá extraño que todavía haya de plantearse esta cuestión medio siglo después de los primeros trabajos de Husserl. Sin embargo, está lejos de haberse resuelto.La fenomenología es el estudio de las esencias, y todos los problemas, según ella, se reducen a definir esencias: esencia de la percepción, esencia de la conciencia, por ejemplo. Pero la fenomenología es también una filosofía que vuelve a colocar las esencias en la existencia y considera que no se puede comprender al hombre y al mundo sino a partir de su "facticidad". Es una filosofía trascendental que pone en suspenso, para comprenderlas, las afirmaciones de la actitud natural, pero es también una filosofía para la cual el mundo está siempre "ya ahí", antes de la reflexión, como una presencia inalienable, y todo cuyo esfuerzo se encamina a recobrar este contacto ingenuo con el mundo para darle de una buena vez estatuto filosófico. Es el ambicionar una filosofía que sea una "ciencia rigurosa", pero también un dar cuenta del espacio, del tiempo y del mundo "vividos". Es el intento de hacer una descripción directa de nuestra experiencia tal cual es, y sin ninguna consideración de su génesis psicológica y de las explicaciones causales que el especialista, el historiador o el sociólogo puedan dar; y, sin embargo Husserl, en sus últimos trabajos, habla de una "fenomenología genética", e incluso de una "fenomenología constructiva". ¿Se pretenderá cancelar estas contradicciones distinguiendo entre la fenomenología de Husserl y la de Heidegger? Pero todo Ser y Tiempo ha surgido de una observación de Husserl y no es en suma sino una explicitación del concepto natural del mundo o del mundo de la vida que Husserl, hacia el fin de su vida, daba por tema primero de la fenomenología, de tal manera que la contradicción reaparece en la filosofía del mismo Husserl. Un lector impaciente renunciará a abarcar una doctrina que lo ha dicho todo y se preguntará si una filosofía que no acaba de definirse merece todo el ruido que se hace en torno suyo y si no se trata más bien de un mito y de una moda.Incluso si fuera así, quedaría todavía por explicar el prestigio de este mito y el origen de esta moda, y la seriedad filosófica traduciría esta situación diciendo que la fenomenología se practica y reconoce como una manera o estilo, que existe como movimiento, antes de haber llegado a una total conciencia filosófica. Está en camino desde hace mucho tiempo, sus discípulos la encuentran por todas partes, en Hegel y en Kierkegaard desde luego, pero también en Marx, en Nietzsche, en Freud. Un comentario filológico de los textos no daría ningún resultado: no encontramos en los textos sino lo que ahí hemos puesto, y si alguna historia ha requerido nuestra interpretación, ha sido sin duda la historia de la filosofía. En nosotros mismos encontraremos la unidad de la fenomenología y su verdadero sentido. No se trata tanto de acumular citas cuanto de fijar y objetivar esta fenomenología nuestra que permite, leyendo a Husserl o a Heidegger, que a muchos de nuestros contemporáneos les parezca no tanto encontrarse con una nueva filosofía, sino reconocer la que esperaban. La fenomenología sólo es accesible por medio de un método fenomenológico. Intentemos, pues, anudar deliberadamente los famosos temas fenomenológicos tal como se han anudado espontáneamente en la vida. Tal vez comprenderemos entonces por qué la fenomenología ha permanecido durante tanto tiempo en un estado de incipiencia, de problema y de anhelo.Se trata de describir y no de explicar o analizar. Esta primera consigna que Husserl dio a la incipiente fenomenología de ser una "psicología descriptiva" o de volver "a las cosas mismas", es ante todo la desaprobación de la ciencia. Yo no soy el resultado o entrecruzamiento de las múltiples causalidades que determinan mi cuerpo o mi "psiquismo", no puedo pensarme como una parte del mundo, como un simple objeto de la psicología y de la sociología, ni cerrar sobre mí el universo de la ciencia. Todo lo que sé del mundo, aun científicamente, lo sé a partir de una perspectiva mía o de una experiencia del mundo sin la cual los símbolos de la ciencia no querrían decir nada. Todo el universo de la ciencia está construido sobre el mundo vivido y si queremos pensar en la ciencia misma con rigor y apreciar exactamente su sentido y su alcance, nos es menester despertar ante todo esta experiencia del mundo de la que la ciencia es la expresión segunda. La ciencia no tiene y no tendrá jamás el mismo sentido de ser que el mundo percibido, por la simple razón de que es una explicación o determinación del mismo. No soy un "ser vivo" o siquiera un "hombre" o incluso "una conciencia", con todos los caracteres que la zoología, la anatomía social o la psicología inductiva reconocen a estos productos de la naturaleza o de la historia, soy la fuente absoluta, mi existencia no proviene de mis antecedentes, de mi ambiente físico y social, sino que va hacia ellos y los sostiene, pues soy yo quien hago ser para mí (y, por ende, ser en el único sentido que la palabra puede tener para mí) esta tradición que elijo reasumir o este horizonte cuya distancia en relación conmigo mismo se evaporaría, puesto que no le pertenece en propiedad si no estuviera yo allí para recorrerla con la mirada. Las perspectivas científicas, según las cuales soy un momento del mundo, son siempre ingenuas e hipócritas, puesto que sobrentienden, sin mencionarla, esta otra perspectiva, la de la conciencia, por la que de inmediato se dispone de un mundo en torno mío y comienza a existir para mí. Volver a las cosas mismas, es volver a este mundo anterior al conocimiento y del que el conocimiento habla siempre, y frente al cual toda determinación científica es abstracta, significativa y dependiente, como la geografía con relación al paisaje en que hemos aprendido por vez primera qué es una selva, una pradera o un río.Este movimiento es absolutamente distinto del retorno idealista a la conciencia, y la exigencia de una descripción pura excluye tanto el procedimiento del análisis reflexivo cuanto el de la explicación científica. Descartes, y sobre todo Kant, han desligado el sujeto o la conciencia al hacer ver que yo no podría aprehender ninguna cosa como existente si ante todo no me experimento como existente en el acto de aprehenderla; han hecho aparecer la conciencia, la absoluta certidumbre de mí mismo para mí mismo, como la condición sin la cual no habría nada y el acto de enlace como el fundamento de lo enlazado. Sin duda, el acto de enlace no es nada sin el espectáculo del mundo que enlaza; la unidad de la conciencia, en Kant, es exactamente contemporánea de la unidad del mundo, y en Descartes la duda metódica no nos hace perder nada, puesto que el mundo entero, por lo menos a título de experiencia nuestra, es reintegrado en el cogito, cierto con él, y afectado solamente por el signo: "pensamiento de…". Pero las relaciones del sujeto y del mundo no son rigurosamente bilaterales; si lo fueran, la certidumbre del mundo sería, en Descartes, dada a la vez que la del cogito y Kant no hablaría de "inversión copernicana". El análisis reflexivo, partiendo de nuestra experiencia del mundo, remonta hacia el sujeto como hacia una condición de posibilidad que es distinta de ella y hace ver la síntesis universal como aquello sin lo cual no habría mundo. En esta medida, cesa de adherir a nuestra experiencia, y sustituye el dar cuenta por una reconstrucción. Por ello se comprende que Husserl haya podido reprochar a Kant un "psicologismo de las facultades del alma" y oponer a un análisis noético que hace reposar al mundo en la actividad sintética del sujeto, su reflexión noemática que permanece en el objeto y explicita su unidad primordial en vez de engendrarla.El mundo está ahí antes de cualquier análisis que yo pueda hacer de él y sería artificial hacerlo derivar de una serie de síntesis que enlazarían las sensaciones y las perspectivas del objeto, mientras que unas y otras son justamente productos del análisis y no deben ser realizadas antes que él. El análisis reflexivo cree recorrer en sentido inverso el camino de una constitución previa y alcanzar en el "hombre interior", como dice San Agustín, un poder constituyente que siempre ha sido suyo. De este modo la reflexión se desborda a sí misma y se emplaza en una subjetividad invulnerable, más acá del ser y del tiempo. Pero ello es una ingenuidad o, si se prefiere, una reflexión incompleta que pierde conciencia de su propio comienzo. He comenzado a reflexionar, mi reflexión es reflexión sobre algo irreflexivo, no puede ignorarse a sí misma como acontecimiento, y por ello aparece como una verdadera creación, como un cambio de estructura de la conciencia y le compete reconocer más acá de sus propias operaciones el mundo que es dado al sujeto porque el sujeto es dado a sí mismo. Lo real hay que describirlo, y no construirlo o constituirlo. Esto quiere decir que no puedo asimilar la percepción a síntesis que son del orden del juicio, de los actos o de la predicación. En todo momento mi campo perceptivo está lleno de reflejos, de crujidos, de impresiones táctiles fugaces que no soy capaz de enlazar precisamente al contexto percibido y que, sin embargo, coloco desde luego, en el mundo, sin confundirlos jamás con mis ensueños. En todo instante también sueño en torno a las cosas, imagino objetos o personas cuya presencia aquí no es incompatible con el contexto, y que, sin embargo, no se mezclan con el mundo, están ante el mundo, en el teatro de lo imaginario. Si la realidad de mi percepción no estuviera fundada sino en la coherencia intrínseca de las "representaciones", tendría que ser siempre vacilante, y, entregada a mis conjeturas probables, tendría en todo momento que deshacer síntesis ilusorias y reintegrar en lo real fenómenos aberrantes que primeramente habría excluido. Pero no hay nada de esto. Lo real es un tejido sólido, no espera nuestros juicios para anexarse los fenómenos más sorprendentes, ni para rechazar nuestras imaginaciones más verosímiles. La percepción no es una ciencia del mundo, no es ni siquiera un acto, una toma de posición deliberada, sino que es el fondo sobre el que todos los actos se destacan y está presupuesta por ellos. El mundo no es un objeto del cual posea la ley de su constitución por intermedio de mi yo, es el medio natural y el campo de todos mis pensamientos y de todas mis percepciones explícitas. La verdad no "habita" solamente en el "hombre interior", o mejor dicho, no hay hombre interior, el hombre es en el mundo, y es en el mundo donde se conoce. Cuando vuelvo en mí a partir del dogmatismo del sentido común o del dogmatismo de la ciencia, encuentro no un foco de verdad intrínseca, sino un sujeto destinado al mundo.Con ello se hace visible el verdadero sentido de la célebre reducción fenomenológica. Sin duda no hay cuestión a la cual Husserl haya dedicado más tiempo en comprenderse a sí mismo, cuestión alguna sobre la cual haya vuelto más a menudo, puesto que la "problemática de la reducción" ocupa en los inéditos un lugar importante. Durante mucho tiempo, y hasta en los textos recientes, la reducción es presentada como el retorno a una conciencia trascendental ante la cual el mundo se despliega en una transparencia absoluta, animado de punta a cabo por una serie de apercepciones que el filósofo se encargaría de reconstituir a partir de su resultado. Así, mi sensación de rojo es apercibida como manifestación de cierto rojo sentido, éste como manifestación de una superficie roja, ésta como manifestación de un cartón rojo, y éste, finalmente, como manifestación o escorzo de una cosa roja, de este libro. Sería, pues, la aprehensión de cierta hyle (materia) como significando un fenómeno de grado superior, la donación de sentido, la operación activa de significación, la que definiría la conciencia, y el mundo no sería otra cosa sino la "significación mundo". La reducción fenomenológica sería idealista, en el sentido de un idealismo trascendental que trata al mundo como una unidad de valor indiviso entre Pablo y Pedro, en la cual sus perspectivas se recubren, y que comunica la "conciencia de Pedro" con la "conciencia de Pablo", puesto que la percepción del mundo "por Pedro" no es asunto de Pedro, ni la percepción del mundo "por Pablo" asunto de Pablo, sino que es en cada uno de ellos asunto de conciencias prepersonales cuya comunicación no es problema, puesto que es exigida por la definición misma de la conciencia, del sentido o de la verdad. En tanto que yo soy conciencia, es decir, en tanto que algo tiene sentido para mí, yo no estoy ni aquí, ni allá, ni soy Pedro, ni Pablo, no me distingo en nada de "otra" conciencia, puesto que somos todos presencias inmediatas al mundo y este mundo es, por definición, único, siendo el sistema de las verdades. Un idealismo trascendental consecuente despoja al mundo de su opacidad y su trascendencia. El mundo es aquello idéntico que nos representamos, no como hombres o como sujetos empíricos, sino en tanto somos todos una única luz y participamos en lo uno sin dividirlo. El análisis reflexivo ignora el problema del otro, así como el problema del mundo, porque hace aparecer en mí, con el primer fulgor de la conciencia, el poder de ir a una verdad universal de derecho, y el otro, carente también de ecceidad, sin lugar y sin cuerpo, hace que el otro y el ego sean uno y el mismo en el mundo verdadero, lazo de los espíritus. No hay dificultad en comprender cómo yo puedo pensar al otro, puesto que yo y, en consecuencia, el otro no están apresados en el tejido de los fenómenos y valen más bien que existen. Nada hay oculto detrás de esos rostros o de esos gestos, ningún paisaje es inaccesible para mí, sino sólo un poco de sombra que no está ahí, sino por la luz. Para Husserl, por el contrario, es bien sabido que hay un problema del otro y el alter ego es una paradoja. Si el otro es realmente para sí, más allá de su ser para mí, y si somos uno para el otro, y no uno y el otro para Dios, es menester que aparezcamos uno para el otro, es menester que haya un exterior y que yo lo tenga, y que haya a más de la perspectiva del para-sí —mi perspectiva sobre mí mismo y la perspectiva del otro sobre sí mismo— una perspectiva del para-el-otro —mi perspectiva sobre el otro y la perspectiva del otro sobre mí—. Desde luego, estas dos perspectivas, en cada uno de nosotros, no pueden simplemente yuxtaponerse, porque entonces no sería a mí a quien el otro vería y no sería él a quien yo vería. Es preciso que yo sea mi exterior, y que el cuerpo del otro sea él mismo. Esta paradoja y esta dialéctica del ego y del alter no son posibles más que si el ego y el alter ego están definidos por su situación y no están liberados de toda inherencia, es decir, si la filosofía no se termina con el retorno al yo, y si descubro por la reflexión no sólo mi presencia ante mí mismo, sino también la posibilidad de un "espectador ajeno", es decir, si, en el momento mismo en que tengo la vivencia de mi existencia, y aun en este punto extremo de la reflexión, me falta esa densidad absoluta que me haría salir del tiempo y descubro en mí una especie de debilidad interna que me impide ser absolutamente individuo y me expone a la mirada de los otros como hombre entre los hombres o por lo menos como una conciencia entre las conciencias. Hasta hoy el cogito devaluaba la percepción del otro, me enseñaba que el yo no es accesible sino a sí mismo, puesto que me definía por el pensamiento que tengo de mí mismo y puesto que evidentemente sólo yo puedo tenerlo, por lo menos en este sentido último. Para que el otro no sea una palabra hueca, es menester que mi existencia no se reduzca nunca a la conciencia que tengo de existir, sino que envuelva también la conciencia que se puede tener de ella y, en consecuencia también mi encarnación en una naturaleza y la posibilidad por lo menos de una situación histórica. El cogito tiene que descubrirme en situación, y sólo bajo esta condición la subjetividad trascendental podrá, como dice Husserl, ser una intersubjetividad. Como ego meditante, puedo muy bien distinguir de mí mismo el mundo y las cosas, puesto que desde luego no existo a la manera de las cosas. Debo incluso separar de mí mismo mi cuerpo comprendido como cosas entre las cosas, como una suma de procesos físico-químicos. Pero la cogitatio que así descubro, si bien no tiene lugar en el tiempo y en el espacio objetivos, no carece de localización en el mundo fenomenológico. El mundo que distinguía de sí mismo como suma de cosas o de procesos enlazados por relaciones de causalidad, lo redescubro "en mí" como el horizonte permanente de todas mis cogitationes y como una dimensión en relación con la cual no dejo nunca de situarme. El verdadero cogito no define la existencia del sujeto por el pensamiento que tiene de existir, no convierte la certidumbre del mundo en certidumbre del pensamiento del mundo y no sustituye, finalmente, el mundo mismo por la significación mundo. Reconoce, por el contrario, mi pensamiento mismo con un hecho inalienable y elimina toda especie de idealismo al descubrirme como "ser en el mundo".Porque somos de punta a cabo referencia al mundo, la única manera de concebirla para nosotros es suspender este movimiento, rehusarle nuestra complicidad (contemplarlo sin tomar parte, dice frecuentemente Husserl), o aun ponerlo fuera de juego. No quiere decir esto que se renuncie a las certidumbres del sentido común y de la actitud natural —que son, por el contrario, el tema constante de la filosofía—, sino que, justamente como presupuestos de todo pensamiento, "van de suyo", pasan inadvertidos y para despertarlos, para hacerlos aparecer, tenemos que abstenernos de ellos por un momento. La mejor fórmula de la reducción es, sin duda, la que ha dado Eugen Fink, asistente de Husserl, cuando habla de una "perplejidad" ante el mundo. La reflexión no se retira del mundo hacia la unidad de la conciencia como fundamento del mundo, sino que toma su distancia para ver brotar las trascendencias, distiende los hilos intencionales que nos ligan al mundo para hacerlos aparecer, y sólo es conciencia del mundo porque lo revela como extraño y paradójico. Lo trascendental de Husserl no es lo trascendental de Kant, y Husserl reprocha a la filosofía kantiana ser una filosofía "mundana", puesto que utiliza nuestra referencia al mundo, que es motor de la deducción trascendental, y hace al mundo inmanente al sujeto, en vez de quedarse perpleja ante él y de concebir al sujeto como trascendencia hacia el mundo. Todas las confusiones entre Husserl y sus intérpretes, con los "disidentes" existenciales y finalmente consigo mismo, vienen de que, justo para ver el mundo y aprehenderlo como paradoja, es preciso romper nuestra familiaridad con él, y que esta ruptura no puede enseñarnos sino el surgimiento inmotivado del mundo. La mayor enseñanza de la reducción es la imposibilidad de una reducción completa. De ahí que Husserl se interrogue siempre de nuevo sobre la posibilidad de la reducción. Si fuéramos el espíritu absoluto, la reducción no sería problemática. Pero puesto que, por lo contrario, somos en el mundo, puesto que aun nuestras reflexiones tienen su lugar en el flujo temporal que intentan apresar (puesto que ellas mismas fluyen, como dice Husserl), no hay pensamiento que abarque todo nuestro pensamiento. El filósofo, dicen también los inéditos, es un principiante permanente. Ello quiere decir que nada da por adquirido de lo que los hombres o los científicos creen saber. Ello quiere decir también que la filosofía misma no debe tenerse por adquirida en lo que haya podido decir de verdadero, sino que es una experiencia siempre en renovación de su propio comienzo, y que consiste por entero en descubrir este comienzo, y finalmente que la reflexión radical es consciente de su propia dependencia con relación a una vida irreflexiva que forma su situación inicial, constante y final. Lejos de ser, como se ha creído, la fórmula de una filosofía idealista, la reducción fenomenológica lo es de una filosofía existencial: el ser-en-el-mundo de Heidegger no aparece sino sobre el fondo de la reducción fenomenológica.
Una confusión del mismo género enturbia la noción de "esencias" en Husserl. Toda reducción, dice Husserl, a la vez que trascendental, es necesariamente eidética. Ello quiere decir que no podemos someter a la mirada filosófica nuestra percepción del mundo sin dejar de formar unidad con esta tesis del mundo, con este interés por el mundo que nos define, sin retroceder más acá de nuestro compromiso para hacerlo aparecer como espectáculo, sin pasar del hecho de nuestra existencia a la naturaleza de nuestra existencia, del Ser-ahí a la esencia. Pero es claro que la esencia no es aquí el fin, es un medio, y que nuestro compromiso efectivo en el mundo es justo lo que importa comprender y traer a concepto y lo que polariza todas nuestras fijaciones conceptuales. La necesidad de pasar por las esencias no significa que la filosofía las tome por objeto, sino, por el contrario, que nuestra experiencia está demasiado estrechamente apresada en el mundo para conocerse como tal en el momento en que a él se lanza, y que tiene necesidad del campo de idealidad para conocer y conquistar su facticidad. La Escuela de Viena, como es bien sabido, admite de una vez por todas que no podemos tener relación sino con significaciones. La "conciencia", por ejemplo, no es para la Escuela de Viena aquello que somos, sino que es una significación tardía y complicada que debemos usar con prudencia y después de haber explicitado las numerosas significaciones que han contribuido a determinarla en el curso de la evolución semántica de la palabra. Este positivismo lógico está en las antípodas del pensamiento de Husserl. Cualesquiera que hayan sido los deslizamientos de sentido que al fin y al cabo hayan terminado por darnos la palabra y el concepto de conciencia como adquisición del lenguaje, disponemos de un medio de acceso directo hacia aquello que designa, tenemos la experiencia de nosotros mismos, de esta conciencia que somos; con esta experiencia se miden todas las significaciones del lenguaje y es esta experiencia la que permite que el lenguaje quiera decir algo para nosotros. "Esta experiencia (…) muda todavía es la que se intenta traer a la expresión pura de su propio sentido". Las esencias de Husserl deben arrastrar consigo todas las relaciones vivientes de la experiencia, como la red trae del fondo del mar los palpitantes peces y las algas. No hay, pues, que decir con J. Wahl que "Husserl separa las esencias de la existencia". Las esencias separadas son las del lenguaje. Es función del lenguaje hacer existir las esencias en una separación que, a decir verdad, no es más que aparente, puesto que por ella reposan todavía sobre la vida antepredicativa de la conciencia. En el silencio de la conciencia originaria, vemos aparecer no sólo lo que quieren decir las palabras, sino más aún, lo que quieren decir las cosas, el núcleo de significación primaria en torno del cual se organizan los actos de denominación y de expresión.Buscar la esencia de la conciencia no será, pues, desplegar la significación de la palabra conciencia y huir de la existencia hacia el universo de las cosas dichas, sino encontrar esta presencia efectiva de mí ante mí, el hecho de mi conciencia, que es justamente lo que quieren decir al fin y al cabo la palabra y el concepto de conciencia. Buscar la esencia del mundo, no es buscar lo que es en idea, una vez que lo hemos reducido a tema de discurso, sino buscar lo que es de hecho para nosotros antes de toda tematización. El sensualismo "reduce" el mundo al observar que, después de todo, no tenemos sino estados de nosotros mismos. El idealismo trascendental "reduce" también el mundo, puesto que, si lo hace evidente, es a título de pensamiento o conciencia de mundo y como simple correlato de nuestro conocimiento, de tal suerte que tórnase inmanente a la conciencia, y la aseidad de las cosas es suprimida por ello. La reducción eidética es, por el contrario, la resolución de hacer aparecer el mundo tal cual es, antes de todo retorno a nosotros mismos, es el deseo de igualar la reflexión con la vida irreflexiva de la conciencia. Apunto a un mundo y lo percibo. Si dijera con el sensualismo que no hay ahí sino "estados de conciencia" y si procurara distinguir mis percepciones de mis sueños por "criterios", frustraría el fenómeno mundo. Porque si puedo hablar de "sueños" y de "realidad", interrogarme sobre la distinción de lo imaginario y de lo real, y poner en duda "lo real", es debido a que esta distinción está ya hecha por mí antes del análisis, a que tengo una experiencia de lo real tanto como de lo imaginario, y el problema consiste entonces, no tanto en investigar cómo el pensamiento crítico puede darse equivalentes secundarios de esta distinción, sino explicitar nuestro saber primordial de lo "real", y describir la percepción del mundo como lo que funda para siempre nuestra idea de la verdad. No hay pues que preguntarse si percibimos verdaderamente un mundo, sino decir por el contrario: el mundo es aquello que percibimos. Mas en general, no hay que preguntarse si nuestras evidencias son verdades, o si, por un vicio de nuestro espíritu, lo que es evidente para nosotros no sería ilusorio con relación a una verdad en sí: porque si hablamos de ilusión, es porque hemos reconocido ilusiones, y no hemos podido hacerlo sino a nombre de alguna percepción que, en el mismo instante, se afirmaba como verdadera, de tal manera que la duda o el temor de engañarse afirma a la vez nuestro poder de desvelar el error y no sería, pues, capaz de desarraigarnos de la verdad. Somos en la verdad y la evidencia es "la experiencia de la verdad". Buscar la esencia de la percepción es declarar que la percepción no es presumiblemente verdadera, sino que está determinada para nosotros como el acceso a la verdad. Si ahora quisiera, con el idealismo, fundar esta evidencia de hecho, esta creencia irresistible, sobre una evidencia absoluta, es decir, sobre una absoluta claridad de mis pensamientos para mí, si quisiera reencontrar en mí un pensamiento naturante que constituyese el armazón del mundo o la aclarara de punta a cabo, sería una vez más infiel a mi experiencia del mundo y buscaría lo que la hace posible en vez de buscar lo que es. La evidencia de la percepción no es el pensamiento adecuado o la evidencia apodíctica. El mundo no es lo que pienso, sino lo que vivo, estoy abierto al mundo, comunico indisputablemente con él, pero no lo poseo, es inagotable. "Hay un mundo" o más bien "hay el mundo", de esta tesis constante de mi vida no puedo dar enteramente razón. Esta facticidad del mundo es lo que constituye lo mundano, como la facticidad del cogito no es en él una imperfección, sino, por el contrario, lo que me da la certidumbre de mi existencia. El método eidético es un método de positivismo fenomenológico que funda lo posible sobre lo real.Ahora podemos tratar de la idea de intencionalidad, tan frecuentemente invocada como descubrimiento principal de la fenomenología, mientras que no es comprensible más que por la reducción. "Toda conciencia es conciencia de algo", esto no es nuevo. Kant ha mostrado, en la Refutación del idealismo, que la percepción interior es imposible sin la percepción exterior, que el mundo, como conexión de fenómenos, está anticipado en la conciencia de mi unidad, es para mí el medio de realizarme como conciencia. Lo que distingue a la intencionalidad de la referencia kantiana a un objeto posible, es que la unidad del mundo, antes de ser puesta por el conocimiento y en un acto de identificación expresa, es vivida como ya hecha o ya ahí. Kant mismo ha mostrado en la Crítica del juicio que hay una unidad de la imaginación y del entendimiento y una unidad de los sujetos antes del objeto y que en la vivencia de lo bello, por ejemplo, experimento una concordancia de lo sensible y del concepto, de mí y del otro, que es sin concepto. Aquí el sujeto no es ya el pensador universal de un sistema de objetos rigurosamente ligados, la potencia ponente que somete lo múltiple a la ley del entendimiento, si es que debe formar un mundo —él se descubre y se gusta como una naturaleza espontáneamente conforme a la ley del entendimiento. Pero si hay una naturaleza del sujeto, entonces el arte escondido de la imaginación debe condicionar la actividad categorial, y no es sólo el juicio estético, sino también el conocimiento el que reposa en él, es él quien funda la unidad de la conciencia y de las conciencias. Husserl resume la Crítica del juicio cuando habla de una teleología de la conciencia. No se trata de doblar la conciencia humana con un pensamiento absoluto que, desde afuera, le asignaría sus fines. Se trata de reconocer la conciencia misma como proyecto del mundo, abocada a un mundo que ni abarca ni posee, pero hacia el cual no deja nunca de dirigirse— y el mundo como este individuo preobjetivo cuya unidad imperiosa prescribe su fin al conocimiento. Por ello Husserl distingue la intencionalidad del acto, que es la de nuestros juicios y de nuestras tomas voluntarias de posición, única de que ha hablado la Crítica de la razón pura, y la intencionalidad operante (fungierende Intentionalität), que constituye la unidad natural y antepredicativa del mundo y de nuestra vida, que aparece en nuestros deseos, nuestras estimaciones, nuestro paisaje, más claramente que en el conocimiento objetivo, y que ofrece el texto del que nuestros conocimientos intentan ser la traducción en lenguaje exacto. La referencia al mundo, tal cual se pronuncia infatigablemente en nosotros, no es nada que pueda ser hecho más claro por un análisis: la filosofía no puede sino colocarla bajo nuestra mirada, ofrecerla a nuestras comprobaciones.Con esta noción ampliada de intencionalidad, la "comprensión" fenomenológica se distingue de la "intelección" clásica, que está restringida a las "verdaderas e inmutables naturalezas", y la fenomenología puede llegar a ser una fenomenología de la génesis. Se trate de una cosa percibida, de un acontecimiento histórico o de una doctrina, "comprender" es reasumir la intención total —no sólo lo que son para la representación las "propiedades" de la cosa percibida, el polvo de los "hechos históricos", las "ideas" introducidas por la doctrina—, sino la manera única de existir que se expresa en las propiedades del guijarro, del vaso o del pedazo de cera, en todos los hechos de una revolución, en todos los pensamientos de un filósofo. En toda civilización se trata de dar con la idea en sentido hegeliano, es decir, no con una ley de tipo físico-matemático, accesible al pensamiento objetivo, sino con la fórmula de un comportamiento único frente al otro, a la naturaleza, al tiempo y a la muerte, una determinada manera de dar forma al mundo que el historiador debe ser capaz de recuperar y de asumir. Éstas son las dimensiones de la historia. En relación con ellas, no hay palabra o gestos humanos, inclusive los habituales o distraídos, que no tengan una significación. Creía haberme callado por fatiga, tal ministro creía no haber dicho sino una frase de circunstancias, y he aquí que mi silencio o su palabra adquieren un sentido, porque mi fatiga o el recurso a una fórmula hecha no son fortuitos, sino que expresan determinado desinterés y, por ende, una cierta toma de posición relativamente a la situación. En un acontecimiento visto de cerca, en el instante en que es vivido, todo parece ir al azar: la ambición de aquél, tal encuentro favorable, tal circunstancia local parecen ser decisivos. Pero los azares se compensan y he aquí que esta polvareda de hechos se aglomera, esboza una cierta manera de tomar posición relativamente a la situación humana, un acontecimiento del que se puede hablar y cuyos contornos son definidos. ¿Hay que comprender la historia a partir de la ideología o bien a partir de la política, de la religión o de la economía? ¿Hay que comprender una doctrina por su contenido manifiesto o bien por la psicología del autor y por los acontecimientos de su vida? Hay que comprender de todas las maneras a la vez, todo tiene sentido, y encontramos por debajo de todas las referencias la misma estructura de ser. Todas estas maneras de ver son ciertas a condición de que no se las aísle, de que se vaya hasta el fondo de la historia y se toque el núcleo único de significación existencial que se explicita en cada una de las perspectivas. Es verdad, como dice Marx, que la historia no camina con la cabeza, pero también es verdad que no piensa con los pies. O más bien, que no tenemos que ocuparnos ni de su "cabeza" ni de sus "pies", sino de su cuerpo. Todas las explicaciones económicas y psicológicas de una doctrina son verdaderas, puesto que el pensador no piensa jamás sino a partir de lo que es. La reflexión sobre una doctrina no será total si no consigue unirse con la historia de la doctrina y con las explicaciones externas, y si no consigue recolocar las causas y el sentido de la doctrina en una estructura de existencia. Hay, como dice Husserl, una "génesis del sentido" única que nos enseña, en último análisis, lo que la doctrina "quiere decir". Como la comprensión, la crítica deberá perseguirse en todos los planos y, desde luego, no podrá satisfacerse, para refutar una doctrina, con ligarla a tal accidente de la vida del autor: significa un más allá, y no hay accidente puro en la existencia ni en la coexistencia, puesto que una y otra asimilan los azares para hacer de ellos razón. Finalmente, así como es indivisible en el presente, la historia lo es en la sucesión. En relación con sus dimensiones fundamentales, todos los períodos históricos aparecen como manifestaciones de una existencia única o episodios de un único drama del que no sabemos si tendrá desenlace. Puesto que somos en el mundo estamos condenados al sentido, y no podemos hacer o decir nada que no asuma un nombre en la historia.La más importante de las adquisiciones de la fenomenología consiste, sin duda, en haber unido el extremo subjetivismo y el extremo objetivismo en su noción de mundo o de racionalidad. La racionalidad es exactamente medida a las experiencias en las cuales se revela. Hay racionalidad, es decir, las perspectivas se recubren, las percepciones se confirman, aparece un sentido. Pero no debe ser puesta aparte, transformada en Espíritu absoluto o en mundo en sentido realista. El mundo fenomenológico no es el ser puro, sino el sentido que transparece en la intersección de mis experiencias y las del otro, por el engranaje de las unas en las otras, es pues inseparable de la subjetividad y de la intersubjetividad que integran su unidad por la reasunción de mis experiencias pasadas en mis experiencias presentes, de la experiencia del otro en la mía. Por vez primera la meditación del filósofo es asaz consciente para no realizar en el mundo y antes de ella sus propios resultados. El filósofo intenta pensar el mundo, al otro y a sí mismo, y concebir sus relaciones. Pero el ego meditante, el "espectador imparcial" (uninteressierter Zuschauer) no se unen a una racionalidad ya dada, sino que se "instauran" y la instauran por una iniciativa que no tiene su garantía en el ser y cuyo derecho reposa enteramente sobre el poder efectivo que nos da de asumir nuestra historia. El mundo fenomenológico no es la explicitación de un ser previo, sino la fundación del ser, la filosofía no es el reflejo de una verdad previa, sino, como el arte, la realización de una verdad. Se preguntará cómo esta realización es posible y si no encuentra en las cosas una razón preexistente. Pero el único logos que preexiste es el mundo mismo y la filosofía que le hace pasar a la existencia manifiesta no comienza por ser posible: es actual o real como el mundo de que forma parte, y ninguna hipótesis explicativa es más clara que el acto mismo por el cual reasumimos este mundo inacabado para intentar totalizarlo y pensarlo. La racionalidad no es un problema, no hay detrás de ella algo desconocido que tengamos que determinar deductivamente o probar inductivamente a partir de ella: asistimos en todo momento a este prodigio de la conexión de las experiencias y nadie mejor que nosotros sabe cómo se hace, puesto que somos este nudo de relaciones. El mundo y la razón no son problemáticos; digamos, si se quiere, que son misteriosos, pero este misterio los define, no podría intentarse disiparlo por alguna "solución", está más acá de las soluciones. La verdadera filosofía consiste en aprender de nuevo a ver el mundo, y en este sentido contar un cuento puede significar el mundo con tanta "profundidad" como un tratado de filosofía. Nos hacemos cargo de nuestra suerte, nos hacemos responsables de nuestra historia por la reflexión, pero también por una decisión en que comprometemos nuestra vida, y en los dos casos se trata de un acto violento que se verifica al ejercitarse.La fenomenología, como revelación del mundo, reposa sobre ella misma, o más aún, se funda a sí misma. Todos los conocimientos se apoyan sobre un "suelo" de postulados y finalmente sobre nuestra comunicación con el mundo como primera instauración de la racionalidad. La filosofía como reflexión radical se priva en principio de este recurso. Como también ella es en la historia, utiliza ella también el mundo y la razón constituida. Será pues menester que se dirija a sí misma la interrogación que dirige a todos los conocimientos; se desdoblará, pues, indefinidamente; será, como dice Husserl, un diálogo o una meditación infinita, y en la medida misma en que permanece fiel a su intención, no sabrá nunca adónde va. El inacabamiento de la fenomenología y su cariz incoativo no son el signo de un fracaso, eran inevitables porque la fenomenología se prescribe como tarea revelar el misterio del mundo y el misterio de la razón. Si la fenomenología ha sido un movimiento antes de ser una doctrina o un sistema, ello no es un azar ni una impostura. Es laboriosa, como la obra de Balzac, de Proust, de Valéry o de Cézanne, por el mismo tipo de atención y de admiración, por la misma exigencia de conciencia, por la misma voluntad de aprehender el sentido del mundo o de la historia en su estado naciente. Se confunde desde este punto de vista con el esfuerzo del pensamiento moderno.Merleau-Ponty: Fenomenología de la percepción. F. C. E., México.
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Volqueta Interesante: Emir Rodriguez Monegal sobre Borges

"Borges / De Man / Derrida / Bloom"La desconstrucción "avant et après la lettre"Extraído de DiseminarioMontevideo, XYZ, 1987p. 119-123
"Quisiera comentar esta noche un fenómeno curioso que se produjo en la crítica internacional. Tres críticos que se encontraban en pleno proceso de elaboración y en muy diferentes teorías literarias –el belga Paul de Man, el francés Jacques Derrida, y el norteamericano Harold Bloom- tomaron a Jorge Luis Borges como tema o pretexto de sus especulaciones. ¿Por qué precisamente Borges? Intentaré realizar con ayuda de ustedes un examen de las articulaciones críticas de esta situación insólita.
1. El primero tal vez en interesarse en Borges fue Jacques Derrida pero como sus primeras observaciones eran oblicuas y no crípticas, prefiero empezar por Paul de Man.
Hacia 1964, de Man dedicó un extenso estudio a la obra de Borges que se publicó en la New York Review of Books, una de las más prestigiosas revistas de crítica literaria del país y que había sido creada como una versión norteamericana del Times Literary Supplement de Londres. Hasta cierto punto, aunque no tan deliberadamente erudita, como su modelo, la New York Review practicaba lo que en inglés se llama "review-article" es decir: un artículo de formato más extenso que las reseñas habituales y que a veces llegaba a cubrir, página tras página de la Review. El artículo de de Man era extenso pero no agobiante. Se titulaba "Un maestro moderno: Jorge Luis Borges". Ya el título era un homenaje pero lo más importante era la inteligencia con que de Man analizaba a Borges. Esa inteligencia era previsible. En primer lugar porque de Man, con su formación filosófica tanto en francés, alemán como inglés, podía permitirse proyectar la obra de Borges sobre un contexto internacional. En segundo lugar porque en ese momento de Man estaba empeñado en estrechar vínculos entre la crítica francesa (entonces muy apegada al estructuralismo) y la norteamericana que, aunque tributaria de la francesa, no se había limitado a seguirla al pie de la letra y siempre había pensado buscar otra forma de teoría y crítica para enriquecer el diálogo. Es precisamente en este punto de acercamiento y diálogo que se sitúa el estudio de Man sobre Borges.
No creo que necesite ser glosado en detalle. Bastará examinar los puntos centrales. De Man ve nítidamente que el mundo de Borges "es la representación no del mundo real sino de una proposición intelectual"; que el tema de sus cuentos es "la creación misma de un estilo"; que sus narraciones "tratan del estilo en que están escritas".
Para de Man, Borges debe ser leído como un escritor que escribe literatura y no como un productor de otra cosa. Sus textos tratan de su propia producción (de Man habla de estilo), es decir, leer un cuento de Borges es leer algo más que una narración o relato. Un ejemplo que de Man ofrece pero que está implícito en su análisis sería el famosos cuento "La muerte y la brújula". Puede ser leído(a) como relato policial; (b) como parodia del relato policial (Borges invierte paródicamente los cuentos de Poe); (c) como relato casi cosmológico del combate entre el detective y el criminal ya que este, al ser derrotado, sugiere la posibilidad de otro encuentro a la luz del eterno retorno; etc., etc.
A partir de de Man se puede instaurar una crítica de Borges que corresponda realmente a los artificios retóricos de ese maestro moderno. Muchos años después de publicado el artículo, conversando con Paul de Man en Yale, le pregunté porqué no había escrito más sobre él y me dijo que no era por falta de interés sino porque estaba enteramente ocupado por otros temas. Pero que recordaba con nostalgia la posibilidad de poder escribir sin restricciones sobre temas como Borges.
2. Muy diferente es el caso de Derrida. El Borges que él lee, comenta o alude, tiene que ver más con las especulaciones filosóficas del propio Derrida, que con ningún interés específico en analizar la obra de Borges. De hecho no hay en él, "análisis" de su obra. Hay alguna referencia tantalizadora como en el trabajo sobre Emmanuel Levinas de 1974 sobre "Violence et Métaphysique", más tarde recogido en L’écriture et la différence (1967). La referencia a Borges es mínima. Consiste en dos citas del famoso artículo "La esfera de Pascal": "Quizá la historia universal es la historia de la diversa entonación de algunas metáforas".
Pero si la referencia parece menor, de hecho para Derrida tenía otra significación. Era el tributo a un escritor que él había empezado a leer entre 1961 y 1962 y que hasta 1968, por lo menos, tuvo una cierta influencia.
"Il m’a séduit". Pero a partir de esa fecha Derrida dejó de leer a Borges. La paradoja que encierra esta decisión es que, realmente, Derrida no dejó de pensar en Borges y el resultado de esa lucubración silenciosa se puede ver en "La pharmacie de Platon". En este ensayo, denso, que se dispara en mil direcciones, hay un momento en que al estudiar la relación entre oralidad/paternidad y escritura/condición filial, Derrida introduce tres epígrafes en forma que él ha calificado coloquialmente de sandwich: un texto de Joyce emparedado entre dos de Borges. Para el lector superficial, lo que tienen de común esos epígrafes es que reiteran la vinculación entre Toth, el dios de la escritura y la muerte.
Para una lectura más lúcida, el significado es otro. Tanto Joyce como Borges tienen otra dimensión en el texto de Derrida. Borges establece con el texto una suerte de diálogo, tal vez indefinido pero presente a partir de la asunción por Borges de la escritura como muerte que evita el reconocimiento explícito de que esa muerte "es un parricidio". En tanto que Joyce, que parece apenas una confirmación literaria del mismo asunto, es en realidad la clave de una dimensión totalmente inesperada del ensayo. Comentándolo con Derrida, me dijo en 1984 que le parecía un poco grecisé. De hecho era todo lo contrario. Hacia donde se dirigía Derrida era a una lectura de Platón a la luz de Finnegans Wake.
Esta posibilidad resultaba, a primera vista, un delicado disparate. Sin embargo, si se vuelve a leer el ensayo a la luz de Joyce, se advierte que no lo es. Derrida se sale de la pharmacie o botica para mirar el cielo, meditar, ser Platón, es decir, para entrar en una ficción cuyos límites desconocemos. No es casual entonces que su próxima obra más ambiciosa sea precisamente Glas (1981), inmenso, proliferante y hasta repetitivo collage en que Finnegans Wake aparece no sólo como modelo sino también como provocación. A diferencia de Joyce, Derrida utiliza también el collage visual a la manera de Arno Schmidt.
"La pharmacie de Platon", se abre hacia el mito y la cosmogonía. Desde este punto de vista, naturalmente, Borges parece haber desaparecido. De hecho nunca estuvo tan presente. Con su estilo minimalista, él también ha jugado el juego de Finnegans Wake.
3. La preocupación de Harold Bloom por Borges es esporádica pero bastante antigua. Ya en 1970, al publicar su obra sobre Yeats, hacía una referencia al famoso ensayo de Borges sobre "Kafka y sus precursores". La cita era breve pero precisa. Bloom veía en ese ensayo una prueba de que todos los autores sufren de una anxiety of influence (ansiedad de influencia) y que Borges lo había explicado magníficamente en este ensayo. Pero no es hasta la publicación(1973) de un libro entero dedicado a The Anxiety of Influence que Bloom muestra cómo él lee a Borges. El primer capítulo está dedicado al tema y su principal teorizador es Borges. Cita una frase del ensayo de Borges sobre Kafka en que aquel dice que los poetas crean a sus precursores. Más adelante, en el mismo capítulo, Bloom elogia la intuición ingeniosa de Borges de que los artistas crean a sus precursores, "como por ejemplo el Kafka de Browning crea el Browning de Borges". Esto le permite justificar una forma de parricidio: la del escritor que necesita tomar un modelo fuerte anterior, para entrar en competencia. En el caso de Bloom se trata naturalmente de una competencia entre autores.
Lamentablemente, esto no tiene nada que ver con el texto de Borges. Cuando Borges señala que haber leído a Kafka determina en el lector una visión kafkiana del resto de la literatura no se refiere a autores ni a polémicas parricidas entre autores. Se refiere a textos. Basta leer un párrafo del ensayo que dice literalmente: "Creí reconocer su voz (la de Kafka) o sus hábitos (literarios), en textos de diversas literaturas." Es decir, leer a Kafka nos hace leer de otra manera otros autores. Harold Bloom confunde intertextualidad con parricidio.
Esta confusión, en realidad, lo favorece. Al fin y al cabo, ¿no es él el apóstol del misreading y misprisions. Esa teoría fomenta la idea de error creativo. Desde este punto de vista, su error es originalísimo.
Ya Paul de Man, en una reseña de The Anxiety of Influence, que está recogida en la segunda edición de Blindness and Insight (1983), había señalado precisamente este error creativo.
La lectura idiosincrática que hacen De Man, Derrida y Bloom de Borges revela que a cierta altura de su desarrollo crítico, Borges sirvió de estímulo, de interlocutor caché y hasta de cabeza de turco. Para el lector hispánico, la lectura es otra: Borges aparece como un agente catalizador en el centro del debate internacional sobre la crítica literaria.
EMIR RODRIGUEZ MONEGAL
4 de noviembre 1985"

Crítica: Ana María Berrenechea - La casa del Minotauro.

CRÍTIQUE
La casa del minotauro
Ana María Barrenechea
Universidad de Buenos Aires
Hay muchos modos de atacar o defender la crítica genética, hay muchos modos de definirla y también muchos modos de practicarla.
Sabemos que puede convertirse en la reflexión que abre caminos para profundizar una estética de la producción textual (según dice Almuth Grésillon) y yo agrego: ya sea oral o escrita.
También Grésillon recuerda que Hanz Magnus Enzensberger ha comentado al respecto (en Die Entsehungeines Gedichts, Frankfurt, ed. Suhrkamps, 1962: 64): "nuestro asunto no es sólo una cuestión de pura curiosidad. La cuestión de la génesis de una obra se ha convertido en una de las cuestones centrales, y tal vez en la cuestión central de la estética moderna."
A veces el regalo de un documento que descubre etapas de esa producción (como me ocurrió con el Cuaderno de Bitácora de "Rayuela" cuando me lo envió Cortázar) decide un vuelco en la lectura de la obra y orienta además para buscar en la práctica de la teoría literaria otros caminos de acercamiento atentos a los senderos que se bifurcan, que pueden retroceder, contagiarse, dispersarse y volver a unirse con redes imaginarias, o a dialogar con ecos variados.
El centenario de Borges me ha llevado a multiplicar su lectura y a veces he lamentado no tener a mi alcance mayor número de anotaciones o manuscritos suyos para descubrir signos de caminos alternativos que él mismo intentó y abandonó.
En cambio sí he hablado en varias ocasiones, como muchos críticos lo han hecho, de su constante apropiación y repetición de citas de otros autores y también de sí mismo.
Entre las declaraciones de Borges posterior a la época ultraísta, la más significativa quizás es la que rechaza la invención ostentosa de calificativos, comparaciones y metáforas rebuscadas que aspiran a la originalidad, cuando ya en el largo transcurrir del ejercicio literario se han inventado las metáforas o las historias esenciales. (lo cual no le impidió, sin duda, publicar los conscientes, ostentosos y burlones ejercicios narrativos que llamó Historia universal de la infamia.)
Nada es origen, insiste Borges. Siempre se re-pite, se re-lee, se re-escribe. No conocemos quién fue el primero en decir algo. Pero también es necesario -como lo ha señalado- volver sobre esas antiguas intuiciones con una voz que las haga propias.
Por eso en su ensayo "La esfera de Pascal" (Otras inquisiciones, OC, II: 14-16) comienza con esta frase: "Quizá la historia universal es la historia de unas cuantas metáforas" y concluye repitiéndola con una leve variante: "Quizá la historia universal es la historia de la diversa entonación de algunas metáforas." (El énfasis es mío.)
Borges ha declarado: "Unos pocos argumentos me han hostigado a lo largo del tiempo; soy decididamente monótono." ( "Prólogo" a El informe de Brodie, Buenos Aires, 19 de abril de 1970, en OC, II: 400.)
También llama la atención que en Borges suelen repetirse fragmentos de frases o versos y hasta temas, que unas veces incluye de modo igual o muy semejante y otras surgen transformados por su aparición en géneros diferentes ( ensayos, cuentos, poemas, prólogos) o por su aplicación a otras finalidades argumentativas o inventivas.
Por eso se me ha ocurrido que sería de interés ofrecer en esta ocasión un nuevo modo de practicar crítica genética, un modo sui generis de entenderla. Este consistiría en elegir unos pocos textos suyos que dialoguen entre sí, como si fueran espejos enfrentados de una historia que en el caso que comntaré es varias veces secular, legada por la tradición mediterránea: la historia del minotauro.
Borges escribió sobre ella primero un cuento (publicado en Los Anales de Buenos Aires, mayo-junio de 1947, incluido luego en El Aleph, 1947 y recogido en OC. I: 569). Lo camufló en el título y en el epígrafe, en ambos bajo el nombre de "Asterión" sólo reconocible por algunos especialistas en literatura griega y conocedores de Apolodoro, o por interesados en temas de mitología.
La tradición ha representado al minotauro (por ejemplo en vasos de terracota griega) dibujado como un ser monstruoso, unas veces con cabeza de toro y cuerpo de hombre, y otras a la inversa. El mito lo narra como uno de los frutos de los engaños de Zeus, que se transformó en toro y llegó por el mar a Creta para enamorar a Pasifae, la esposa del rey Minos. De esta unión se engendró el ser monstruoso y también se originó la construcción de un edificio igualmente extraño que Minos encargó a Dédalo (la "casa" que ocultaría la deshonra, el palacio-laberinto inseparablemente unido al mito fundante).
Borges ha explicado en el epílogo del El Aleph (OC: 629): "A una tela de Watts, pintada en 1896, debo 'La saca de Asterión' y el carácter del pobre protagonista" (en realidad, conoció la reproducción de la tela en el libro de un autor muy querido por él: G.K.Chesterton, G.F.Watts).
Puede afirmarse que algo de verdad hay en su afirmación porque el cuadro presenta un ser con cabeza de toro y cuerpo de hombre, acodado en el parapeto de una azotea, y mirando (melancólicamente) a lo lejos como quien medita sobre lo que divisa desde allí. Y quizá sobre las diferencias y las semejanzas del afuera y del adentro: el universo y su casa.
LA CASA DE ASTERION
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión. Apolodoro: Biblioteca, III, I.
Sé que me acusan de soberbia y tal vez de misantropía y tal vez de locura.Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) (1) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida). Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo Asterion, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe, o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás como el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar.
No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el Templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quienes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre?
¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
- Lo creerás Ariadna? - dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
A Marta Mosquera Eastman.
Lo cierto es que el relato y su paratexto (el título, el epígrafe y la nota) establecen un constante juego de pistas y trampas como desafíos al lector.
Aunque en la obra de Borges y en la de sus críticos suele pulular la palabra laberinto, aquí elige llamar "casa" a la construcción en que se oculta el engendro monstruoso, para ponerle una nota de cotidianeidad y despojarlo de resonancia mística y de misterio. Llamar "Asterión" a su protagonista borra la asociación con el monstruo conocido, su origen y su leyenda sangrienta.
El epígrafe de Apolodoro mantiene este corte y sólo la mención de "una reina" como madre lo sitúa en el plano de la tragedia por oposición a la comedia, según fueron codificados por Aristóteles en su Poética.
Todo el relato está puesto en boca del protagonista, quien se describe a sí mismo y a su casa mientras va contando la historia. No la comentaré en detalle, pero sí destacaré algunos puntos significativos para establecer luego su diálogo con los dos sonetos, sus tensiones de simpatías y diferencias. (2)
Asterión insiste en exaltarse a sí mismo y a su casa como únicos. Lo significativo del relato es que mantiene la existencia simultánea de los opuestos, unidos e irreconciliables en tensión oximorónica, característica de Borges.
En efecto, las pistas que disemina sobre la naturaleza única del protagonista y del lugar donde habita, conviven con lo contrario: la seguridad de que los hombres y el universo son iguales al que se creía distinto e incomparable. Citaré unos pocos ejemplos de lo primero:
Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida. (569).
Pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. (570).
El hecho es que soy único. (569).
Pero también están los que sugieren lo segundo:
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar...La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho es el mundo."
He alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar.
Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me revelo que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. (570)
Sólo al final, después de un blanco, se agregan cuatro renglones, que no están puestos en boca del protagonista. Los dos últimos revelan al lector, que ha seguido el juego de trampas y alusiones de Borges, el nombre conocido de los protagonistas del mito y cierran el relato:
- Lo creerás Ariadna? dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
Otro modo de reescribir los relatos eternos podrá ser, para nuestro autor, reelaborar en poemas el otro Borges, el Minotauro-Borges. El cuento anterior merece dialogar con dos sonetos: "Laberinto" y "El laberinto".
"El laberinto" fue publicado en La Nación, el 11 de junio de 1967. Luego lo recogió en Obra poética. El otro, el mismo, 7a. ed., Buenos Aires, Emecé,1967, y solo pasó al volumen II de Obras completas, incluido en "Elogio de la sombra" en 1969: 365. Allí quedó enfrentado a "Laberinto", p. 364, el cual aparecía entonces por primera vez y como en un díptico.
Ambos simulan reflejarse uno en el otro, ambos se asemejan y difieren ambiguamente, ambos dicen lo mismo, cual ecos deformados uno del otro.
Se dicen y dicen al lector: tú-yo-todos los hombres somos el minotauro, el laberinto es el universo, el monstruo es-soy-somos cada uno. Y quizá (concluye el segundo poema) la muerte sea la liberadora para nosotros (como lo fue Teseo para Asterión, en el cuento anterior).
Esta síntesis empobrece la lectura de los dos poemas, sin duda más intensos que el relato por la condensación que impone el estricto espacio de la forma soneto (3) y por la tersura de una voz poética que carece de la pompa de "La casa de Asterión" y de las subyacentes ironías que su autor da a la voz del "pobre protagonista" (como lo llama en el "Epílogo" de El Aleph).
LABERINTO
No habrá nunca una puerta. Estás adentro
Y el alcázar abarca el universo
Y no tiene ni anverso ni reverso
Ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
Que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro.
Tendrá fin. Es de hierro tu destino.
Como tu juez. No aguardes la embestida
Del toro que es un hombre y cuya extraña
Forma plural da horror a la maraña
De interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
En el negro crepúsculo la fiera.
EL LABERINTO
Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino. Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen este Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte.
Nos buscamos los dos. Ojalá fuera
éste el último día de la espera.
El primer poema se encarna en una voz admonitoria la de quien habla a un TU, igual a cada uno de los individuos que abren el libro y lo leen-oyen (y, primero de todos, a sí mismo). Su palabra inicial es un "NO" que podría encabezar una amonestación profética, concisa y severa como las de Quevedo. Pero sin duda estamos oyendo una voz des-esperada con la peculiar entonación de Borges. La negación se disemina por toda la superficie del soneto sin dejar un resquicio y ofrece además las típicas tensiones de opuestos, a la vez en pugna y en indisoluble unidad. Caminos sin salida pero que abarcan todo, que paralizan y simultáneamente lanzan a un eterno vagar en infinitas direcciones de tiempo y espacio. Todo lo niegan, niegan el fin de la pesadilla y niegan hasta la esperanza de que exista el monstruo.
El torpe Asterión se creía único en la tierra como el sol es único en el cielo y esperaba también al designado para salvarlo. Esta voz blanca recuerda a los múltiples Tú que lo oyen-leen que existe un destino y un juez (que es tu destino y tu juez). Nada, ni los infinitos monstruos, ni el infinito tiempo que la infinita imaginación de los hombres pudo crear son tan horribles como los caminos humanos y reales.
El poema segundo que Borges ofrece en Elogio de la sombra (OC, ll: 365) toma la voz de un YO que es ahora el Minotauro y cuya casa es "El laberinto", como el título proclama. Parece que volviéramos al viejo mito, desde la palabra inicial: "Zeus no podría desatar las redes / de piedra que me cercan."
Pero el dios que engendró al protagonista y emisor de la voz poética es aquí un ser desdibujado e impotente. Y además, el protagonista tiene la memoria de haber sido otros hombres, aunque se haya olvidado de quienes fue concretamente y confiese: "He olvidado / los hombres que antes fui", y pueda describir su casa y la experiencia de vivir encerrado en ella en interminable deambular.
Borges suele entretejer, como en el soneto anterior y en otros textos, fragmentos o citas o formas imaginarias de autores conocidos y de sí mismo. Aquí el laberinto al que está condenado el YO poético es como el de "Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto" (El Aleph, OC, l: 600-606), la recta de la geometría euclidiana que se convierte en círculo: "Rectas galerías/ que se curvan en círculos secretos/ al cabo de los años.", al que se suma el diseño de Watts que inspiró "La casa de Asterión" (" Parapetos/ que ha agrietado la usura de los días") y la obsesión del transcurrir temporal y del infinito que aterró a Pascal (cfr. "La esfera de Pascal") con su "esfera espantosa cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna." ("Otras inquisiciones", OC, ll: 16) (Salvo en la última cita, los énfasis son marcas mías).
El enemigo que acecha es el "Otro", un "Otro" que es "el mismo", y que ahora curiosamente está escrito con mayúscula ( como casi nunca aparece en Borges el nombre de Dios). Y lo que la voz poética pide es que cese la voz in-humana y a la vez desolada que lo persigue con sus ecos multiplicados. Y que con ellos cese también la espera y se resuelva la tensión oximorónica definitivamente.
El mito conocido, escrito y leído varias veces por Borges ha cumplido con lo que siempre dijo sobre el misterio de la creación poética: la obligación de repetir historias eternas transformándolas para cada lector en una revelación nueva.
Es indudable que esta simple e inextricable lectura triangular de un cuento y dos poemas que recoge también los ecos de un "Epílogo" (donde resuenan Watts y más allá Chesterton) puede mostrarnos otro modo de practicar la crítica genética. La propuesta consiste en elegir, como en este ejemplo, unas pocas obras publicadas por un autor y pensarlas como variantes de transformaciones textuales según se suele practicar con manuscritos, borradores y publicaciones modificadas en sucesivas impresiones.
Notas
1- El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que, en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.
2- Marta Gallo ha realizado en su libro Reflexiones sobre espejos un recorrido fascinante sobre unos pocos autores hispanoamericanos, entre ellos Borges. Resulta de lectura imprescindible en toda la complejidad de su imaginario poético. Aunque no está pensado dentro de la teoría ni de la práctica genética ( y la desborda por su riqueza) no puedo dejar de citarlo al inaugurar un simposio centrado en la teoría literaria.
3- Ambos son sonetos inspirados en la tradición inglesa del soneto isabelino, compuesto de tres cuartetos y un pareado.

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