Tuesday, January 16, 2007

NIHILISMO



Un cursor tintileaba sobre una hoja en blanco hasta que alguien se puso a escribir.
Cuando éste individuo terminó su primer frase estéril, el artificio luminoso intermitente siguió, su espera. Era de esperar, el cursor, el fenómeno y la descripción del mismo.
El individuo paró, siguió y volvió a detenerse como pensativo. Observó y no con extrema sagacidad, que el tintileo del cursor estaba en armonía con el intervalo temporal que separa a un segundo de otro, un tercero digamos.
Dicho descubrimiento lo transportó a un estado particularmente interesante del cual rápidamente perdió interés (cosa que generalmente pasaba): el cursor no parecía ser un tema para su texto.
Mejor dicho, el escritor no encontraba la perspectiva desde donde acometer el fenómeno, pues él sabía tanto como yo, que la anécdota no hace al abuelo un mejor disertante.
Ahora sí, al tratar de describir su propia frustración con respecto al poco fecundo tema del cursor, el escritor encontró la metáfora del abuelo.
El individuo mira como por un sextante y se hace la pregunta esotérica que todos estábamos esperando: "¿No será que el abuelo no tiene nada para contar, y solamente sus ganas de describir parecen llenar las expectativas de la audiencia?"
Luego de formular la pregunta, el escritor se siente un abuelo por un instante que ya es pasado.
¿Acaso dicho instante le ha generado una anécdota o solo guarda de él un vago recuerdo que llena con la descripción?
Me inclino poderosamente sobre la segunda opción precipitándome de una manera tal que la aplasto. La descripción, como un bandoneón, se vuelve a inflar empujándome hacia atrás. Se ha generado una anécdota.

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