POEMA Nª20?
Puedo re-escribir los versos más alegres esta mañana.
Re-escribir, por ejemplo: «La mañana está clareando,
y forman, rojas, las nubes, acercándose desde el horizonte.»
El viento de la mañana se clava en el suelo, mudo.
Puedo escribir los versos más alegres esta mañana.
No la quise, y a veces ella también me odió.
En las mañanas como ésta su falta acusa.
La besé tantas veces sobre el acotado colchon.
No me quiso, a veces yo también la odiaba.
Cómo no haber odiado su falta. Si se que me quizo, y yo la odio.
Puedo escribir los versos más alegres esta mañana.
Pensar que la tengo. Sentir que no la he perdido.
Oír la mañana inmensa, más inmensa con ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La mañana está clareando y ella está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, mentira, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba la quietud de su nuca para suspirarle.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos, nunca lo seran.
Ya no la quiero, es cierto, pero no verdad, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta ella me tuvo entre sus brazos,
Mi alma se hunde al haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos no sean los últimos versos que yo le lloro.
Re-escribir, por ejemplo: «La mañana está clareando,
y forman, rojas, las nubes, acercándose desde el horizonte.»
El viento de la mañana se clava en el suelo, mudo.
Puedo escribir los versos más alegres esta mañana.
No la quise, y a veces ella también me odió.
En las mañanas como ésta su falta acusa.
La besé tantas veces sobre el acotado colchon.
No me quiso, a veces yo también la odiaba.
Cómo no haber odiado su falta. Si se que me quizo, y yo la odio.
Puedo escribir los versos más alegres esta mañana.
Pensar que la tengo. Sentir que no la he perdido.
Oír la mañana inmensa, más inmensa con ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La mañana está clareando y ella está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, mentira, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba la quietud de su nuca para suspirarle.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos, nunca lo seran.
Ya no la quiero, es cierto, pero no verdad, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta ella me tuvo entre sus brazos,
Mi alma se hunde al haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos no sean los últimos versos que yo le lloro.
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