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La arbitrariedad de las letras y los números.


Otra diarrea

Existe un impulso más humano que el mate y el asado. Es la quiniela, el azar, que deviene en biblia.
Lo extraño es, que cuando ciertos factores numéricos como el contenido principal de los boletos de ómnibus (o las progresiones de Fibonacci), se concatenan con otros del tipo sensible, forman una secuencia lógica que nos comunica que los astros se han alineado para nosotros. Por si el lector no se dio cuenta, lo extraño es, que una secuencia lógica impulse a otra en donde se depositan las esperanzas en un azar o viceversa. Lo extraño es, señores, la autoridad de ciertas arbitrariedades (números y letras) que reclaman su plano de objetividad a-temporal, depositando sus bases sobre el terreno fangoso del azar. Siempre la fundación queda bajo el nivel del terreno, inaccesible a los ojos de los mortales. Una especie de verdad revelada por alguien, algún jugador de dados, que con el precedente de su fortuna flecha la cancha hacia algún fin objetivo. Mejor dicho un fin inclusivo.
Yo conocí un pinta, que jugaba a los dados.
Era una luz, ganaba y perdía, siempre, pero con su juego, iluminaba.
Comenzó a elaborar una tesis en la cual describía con rigurosidad matemática, todas las combinaciones que el juego le permitía. Como toda tesis, tenía un final establecido que lo gratificaba. Y como todo buen darwinista, eliminaba las jugadas que consideraba errores. Como toda tesis, acostumbrado estamos.
El tenía un 73.425% de posibilidades sobre los adversarios y un 51.3225% sobre el juego en general.
En su casa, delante de la estufa, hacía rebotar los dados contra la leña para que salieran con ángulos diferentes. Estas jugadas las anotaba como si fueran de otro jugador y se convertían en insumos para el cálculo. En cadenas ordenadas del caos.
Llegó a estar tan metido en el tema que no salía de su estufa. Un día chocó con un tal Santa no se qué, que bajaba por la chimenea. Luego las versiones más científicas indicaron que el ladrón desapareció por arte de ciencia.. Es decir, su aparición no fue de peso, para la tesis.
Luego de tres años, tres semanas, tres días, tres segundos y tres centésimas de segundo, salió y se encegeció. A los transeúntes dijo: He visto la luz!!!
En menos de cuatro (tres) segundos, cayó (y calló) la prensa y se dio cuenta que el hombre estaba ciego.
Alguien conjeturó que el hombre había sido encegecido por La Luz. Lo que la prensa no dudó en amplificar. Luego se supieron los números de la trinidad (como aparecen en el capítulo 1 de su Vita Non Voglio). Esos tres años, tres semanas, tres días, tres segundos y tres centésimas de segundo que le llevó ver la Luz.
Mucha tinta se ha gastado en Primero Segundo Tercero, autor del célebre "Vita non Voglio" como para que yo encuentre algo nuevo. Sin embargo el multifacético Primero Segundo Tercero sirve para analizar el "Voglio non vita" de Cuarto Quinto Sexto.
Cuarto Quinto Sexto, fue un hombre prematuro por cuestiones que la partera no se pudo explicar pero que otros si. Entenderá ud, lector, que la vida de su madre no se solapó con la del Señor Cuarto Quinto Sexto. En otras palabras, la madre murió al nacer el célebre escritor.
Los hechos de esa mañana, en la cual nació un hombre adulto, ustedes ya los desconocen pues los medios no faltaron a la cita. Lo que no se imaginan es que nació con treinta y tres años, tres semanas, tres días, tres segundos y tres centésimas de segundo. Por más que cierta prensa escrita señale que nació con treinta y tres años clavado (en el tiempo).
Esto hizo conjeturar a mucha gente. Ente ellos el más ilustre, Don Séptimo Octavo Noveno.
Séptimo Octavo Noveno notó que había una relación entre Primero Segundo Tercero y Cuarto Quinto Sexto. Notó mágicamente que éste hombre adulto, recién nacido, tenía su nombre consecutivo al del gran calculista Primero Segundo Tercero (pues se lo había puesto él, la madre estaba muerta). Pero lo que desató un aluvión de ideas tan imaginativas como reales fue la hermosa trinidad que unía esta relación.
Transcribo aquí parte del prólogo del libro: "Hermosa cadena histórica" autoría de Séptimo Octavo Noveno, escrito en el monte de eucaliptus tras la inspiración proporcionada por la bella Azucena a quien está dedicada la obra:
Oh mi vida, tu vida, nuestra vida, Azucena.
Sabés que soy yo el que me cuelgo en los brazos de Dionisio para darle coherencia al mundo.
No puedo vivir sin ti, coherencia, Azucena.
Encadénate a los hechos que te llevan hacia mí,
no los desates, no te olvides.
Soy tuyo, sin coherencia, Azucena.
Los hechos que relata este libro son tus verdades y las mias,
Son las de todos, con coherencia, Azucena.
No digas más!, déjate caer los pelos sobre la cara y mírame,
Sé que ves a dios, sé que ves bien, mi ciega, coherencia.
Si bien este es un pasaje que Séptimo Octavo Noveno se autoatribuye, podemos inferir ciertas aluciones a Primero Segundo Tercero cuando cita a la ciega coherencia. Por no decir que lo único que hizo Séptimo Octavo Noveno fue agregar piropos a Azucena, su musa.
Sin embargo, mas allá de basicamente copiar casi toda la obra y agregarle algo nuevo, lo que hizo famoso a Don Séptimo Octavo Noveno fue el diseño de la tapa con el número tres y unas entrevistas memorables en un programa al mediodía. Su tapa documentaliza todo un cambio histórico que intuyó Primero Segundo Tercero en su "Vita Non Voglio", y que Cuarto Quinto Sexto no pudo seguir porque luego de escribir "Voglio non Vita" se convirtió en dios para que el ilustre Don Séptimo Octavo Noveno pudiera escribir.


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